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Dame un aire puro, y yo te daré una sangre rica; dame una sangre rica, y yo te daré los humores bien equilibrados; dame ...» Y así sucesivamente, toda la retahíla que ya conoce el lector.

Y el buen hombre veía los hermosos ojos de su hija llenos de terror; sentía los brazos de Luisa que le rodeaban el cuello. Al pasar frente a la granja de «El Encinar» entró para decir a Catalina Lefèvre que todo marchaba bien y que los campesinos sólo esperaban la señal. Un cuarto de hora después, el señor Juan Claudio desembocaba por el sendero de los acebos frente a su casita.

Bien , hijo mío, que hablamos de cosas en que no soy muy entendido... pero, en fin, los dos sois buenos, jóvenes, encantadores... la amas... ella te ama... ¡y no podríais!... ¡Y su dinero, padrino, y su dinero! ¡Qué importa su dinero! ¡qué tiene que ver su dinero! ¿Acaso la has amado por su dinero?... Pues a pesar de su dinero, mejor.

El conde por su parte, dirigiose al otro extremo de la avenida en donde le aguardaba su carruaje, y al tiempo de montar en él murmuró: A fe mía, bien puede afirmarse que la generación llamada a suceder a la nuestra, es una generación de necios o de dementes.

Bonifacio, que había sido uno de los más distinguidos epígonos de aquel romanticismo al pormenor, ya moribundo, se sentía bien quisto en la tertulia y se acogía a su seno, tibio como el de una madre.

Reinó silencio embarazoso en la tertulia, echándose bien de ver la triste impresión que en todos había causado la breve pero significativa reyerta.

Si entónces se nos dijera: «y tal cualidad, ¿cómo es que no se encuentra aquí? ¿porqué tal otra se halla en mayor grado? porqué?...» «Imposible seráreplicaríamos quizas nosotros, «satisfacer todos los escrúpulos de V.; lo que puedo asegurar es, que los personajes que figuran aquí los tengo bien conocidos; y que no puedo equivocarme sobre los rasgos de su fisonomía, porque los he visto muchas veces

"Si después de tres siglos y medio el escultor no ha podido sacar más que una caricatura, ¡bien torpe debe de ser!... O bien, mala la masa de que se sirve..." RIZAL.

Le encuentra usted siempre dispuesto a hacer el bien. A me hacen muchísima gracia sus bromas con Pepita... me río como una tonta...» Indudablemente era una mujer a propósito para fascinar a cualquiera. Su hermosura singular estaba realzada no sólo por el brillo de su timbre nobiliario, sino por el atractivo del carácter.

De suerte que los que han sustentado que todo está bien, han dicho un disparate, porque debian decir que todo está en el último ápice de perfeccion. Escuchábale Candido con atención, y le creía con inocencia, porque la señorita Cunegunda le parecía un dechado de lindeza, puesto que nunca habia sido osado á decírselo.