United States or Montenegro ? Vote for the TOP Country of the Week !


Durante seis meses viósele arrastrar su sayo por todos los arroyos de las calles de Aviñón, pero principalmente hacia la parte próxima al palacio papal; porque el pícaro tenía desde mucho tiempo antes sus ideas respecto a la mula del Papa, y van a ver que no iba descaminado... Un día que Su Santidad se paseaba a solas bajo las murallas con su bestia, se le acerca de buenas a primeras mi Tistet y le dice, juntando las manos con ademán de asombro: ¡Ah, Dios mío, gran Padre Santo, hermosa mula tiene!... Permítame Vuestra Santidad que la contemple un poco... ¡Ah, Papa mío, qué mula tan maravillosa!... El emperador de Alemania no tiene otra tal.

Sonaba el fuerte herraje de los cierres, y la bestia se veía sumida en la obscuridad y el silencio, prisionera en un pequeño espacio donde sólo le era posible acostarse sobre sus patas.

Instantes, después se oía el ruido del carrito que salía en la dirección indicada. ¿Qué distancia hay, Melchor, de aquí al cañadón de las tunas? Sus seis leguas largas, y calcula para caminarlas con este día. ¡Pobre mujer!... ¿qué le habrá pasado? Alguna paliza del bestia de Anastasio. ¿Pero es posible que le pegue a esa mujer?

CELIO. Saber de los dos pretendo... LOS DOS. En que os habéis convenido. En los versos siguientes el diálogo se distribuye de la misma manera entre cuatro personas: REY. Hombre, aborto de la espuma, Que esa marítima bestia Sorbió sin duda en el mar Para escupirte en la tierra...

10 Y el diablo que los engañaba, fue lanzado en el lago de fuego y azufre, donde está la bestia y el falso Profeta; y serán atormentados día y noche para siempre jamás. 11 Y vi un gran trono blanco y al que estaba sentado sobre él, de delante del cual huyó la tierra y el cielo; y no fue hallado el lugar de ellos.

Unos milímetros más abajo al apuntar, y habría rodado en la obscuridad, al pie de la puerta, como una bestia cazada. ¡Cristo! ¡Y así podía morir un hombre de su clase, víctima de la traición y el acecho de uno de aquellos rústicos!... Su cólera tomó un impulso vengativo.

Dentro sonaba el lamento de la madre, estridente, interminable, como el berrido de una bestia herida. Fuera, lloraba el padre silenciosamente, rodeado de sus amigos.

Como no existía otra vida, no existían castigos y todos podían hacer lo que mejor placiera á sus instintos, sin miedo á la cólera de Dios. ¡La bestia libre y sin sanción alguna!

El pobre diablo se entregaba a estos placeres con la ingenuidad de un piel roja. Lo emborracharon, lo ahitaron de manjares, le hicieron descender todos los escalones que separan al hombre de la bestia.

Se plegaba con una paciencia angelical a los hábitos del idiota, caído en la condición de bestia; aprendía a comprender los sonidos inarticulados que el enfermo dejaba oír, y lo miraba sonriendo cuando le rompía el juguete más preciado. El idiota se acostumbró tanto a esa compañía que no quería pasarlo sin ella.