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Este, pues, sacado del monte donde vivía como bruto por el infatigable celo del P. Lucas Caballero, apenas había puesto el pie en la reducción de San Joseph, cuando cayó enfermo; é imaginando que aquellos dolores eran otros lamentos y súplicas de su alma, hambrienta de los placeres y deleites pasados, se condenó á mismo de demasiado ligero, y poco á poco se volvió á sus pensamientos antiguos, y en sus deseos se volvió infiel en su corazón, ó por mejor decir, bestia.

¿Quiere usted decir que es una bestia, un hombre peligroso? preguntó don Restituto, alarmado. Más bien un niño. Posee, evidentemente, un alma racional, como criatura humana que es; pero es un alma racional que no es racional. ¿He desnudado mi pensamiento? Su alma se halla todavía en el período infantil, o de idiotez, si ustedes quieren.

La firmeza del padre surgió de pronto en Roseta, trémula, balbuciente de rabia y con los ojos veteados de sangre. Soltó el cántaro, que se hizo pedazos, mojando á las muchachas más inmediatas, que protestaron á coro llamándola bestia. ¡Pero buena estaba ella para fijarse en tales cosas!

En todos sus actos mostrábase el hombre bestia aún, sin ser por eso estúpido y sin carecer de elevación de miras.

¡Bien puede usted perdonarlo, mi amo manifestó el tío Leandro , porque este mozo no es más que una caballería salvo el alma que es de Dios y no de él...! Es que cavilo que si tarda un cuarto de hora más en nacer, nace ya con la albarda puesta... En fin, señor, que es una grandísima bestia... No hay más que verlo.

El sanguinario tigre de las selvas capilares, la bestia carnívora saltadora en las cumbres y hondonadas de los pliegues de la ropa, había figurado durante siglos como personaje interesante en muchas obras literarias.

Un sentimiento que no definir y que me mueve a dar este paso con fuerza extraordinaria repuse . Un sentimiento que creo encierra algo de amor a la sociedad en que vivo y amor a la justicia que adoro... No le puedo contener ni sofocar. Quizás me equivoque; pero creo que usted es una peligrosa, aunque hermosa bestia, a quien es preciso perseguir y castigar.

Arrastrándose como una bestia, casi a flor del suelo, llegó a ver el extremo inferior de su escala, luego los peldaños superiores, y al fin la puerta negra en mitad del cubo de la torre, que aparecía blanco bajo el fulgor de las estrellas. ¡Nadie! El enemigo había huido.

Volveré al mundo, a ser perseguido como una bestia rabiosa; al hospital, a la cárcel, a morir como un perro en la cuneta de una carretera; no lo que será de ; lo único que de cierto es que me voy mañana, hoy mismo, para no disfrutar de un minuto más de lo que no es mío.

Algunas veces encontraba a Chinto, que se ofrecía a darle la mano para pasar el mal paso, y su ademán compasivo la encendía en ira. ¡Ser compadecida por semejante bestia! ¡A esto llegábamos después de tanto sueño, de tanta aspiración hacia la vida fácil y brillante, hacia la dicha!