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Las niñas se pasean por un lado, como manadas de pavos, y los hombres por otro; sin hablarse, dirigiéndose miradas, lo que allá llaman afilar, y sin atreverse a un saludo. Luego, el encierro en casa todo el día... la conversación con las amigas de mamá. No: ¡primero morir! Yo necesito ir a Berlín. ¡Si tu conocieses lo hermoso que es Berlín!...

Podía «la tía de Berlín» cantar toda clase de grandezas de la tierra de su marido. «¡Macanas! exclamaba Julio, que había hecho serias comparaciones geográficas y étnicas en sus noches de correría . No hay más que ParísChichí saludaba con una mueca irónica la menor duda acerca de esto: «¿Es que las modas elegantes las inventan acaso en AlemaniaDoña Luisa apoyó á sus hijos. ¡París!... Jamás se le había ocurrido ir á una tierra de luteranos para verse protegida por su hermana.

Su furia salvadora le hacía continuar puñal en mano la imaginaria matanza. ¡Segundo golpe!: el príncipe heredero rodando por un lado y su cabeza por otro. ¡Una lluvia de cuchilladas!: todos los generales invencibles de que hablaba su tía huyendo con las tripas en las manos, y á la cola de ellos, como lacayo adulador que recibía igualmente su parte, el tío de Berlín... ¡Ay, si se le presentase ocasión para realizar sus deseos!

Yo he vivido diez años en Alemania continuó, dando más conexión á sus palabras al verse escuchado . Fuí corresponsal de diario en Berlín, y conozco aquellas gentes. Al pasar por el bulevar lleno de muchedumbre, he visto con la imaginación lo que ocurre allá á estas horas. También cantan y rugen de entusiasmo agitando banderas.

Después de sufrir Schack los exámenes jurídicos necesarios para actuar como abogado, ejerció esta carrera en Prusia, en los tribunales de Berlín. En el año de 1839 tuvo la fortuna, ansiada por él con extremo, de renunciar al manejo de los autos, que tan odioso le era, y satisfacer sus deseos vehementes de recorrer el mundo.

Según cuenta Goedeke en su biografía de Manuel Geibel, Schack, amigo de este último y de Ernesto Curtius, á quienes había tratado en Berlín antes de salir estos dos para Atenas, celebró con ellos un banquete de despedida, y brindaron á su pronto encuentro en la ciudad del Pireo; y en efecto, Schack tuvo la suerte, al desembarcar en el Pireo, de ver á su amigo Curtius, y de visitar con él en seguida á su común amigo Geibel.

Ambos son retrato del Conde-Duque: el primero esta en el Museo de Berlín, y el segundo, que tiene marcado aspecto de lamina hecha para libro, en la Biblioteca Nacional de Madrid. Don Juan de Butrón. Discursos apologéticos en que se defiende la ingenuidad del arte de la pintura. Madrid, MDCXXVI.

La señora Desnoyers creyó escuchar desde la avenida Víctor Hugo aquel llanto de madre que corría silencioso en una casa de Berlín. «Comprenderás mi desesperación, Luisa... ¡Tan felices que éramos! ¡Que Dios castigue á los que han hecho caer sobre el mundo tantas desgracias! El emperador es inocente. Sus enemigos tienen la culpa de todo...» Don Marcelo callaba en presencia de su esposa.

¡Dispénseme V., D. Agustín; dispénseme V.! Grotte goza de reputación europea, es miembro honorario de la Academia de Ciencias de Berlín y de la de París, director de uno de los hospitales más importantes, médico del Emperador...

Alemania era doña Elena, la esposa de von Hartrott. ¿Por qué no se la había llevado su hijo, aquel profesor de inaguantable insuficiencia, que él consideraba ahora como un espía?... ¿Por qué capricho sentimental había querido permanecer al lado de su hermana, perdiendo la oportunidad de regresar á Berlín antes de que se cerrasen las fronteras?...