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Y los vicios, pasiones y ridiculeces de los personajes cómicos no traspasan jamás el límite más allá del cual se harían odiosos dichos personajes. La burla o la risa benigna que provocan, no les quita la estimación que les concedemos. Hasta el nuevo médico, que es el personaje menos estimable de toda la fábula, no llega a merecer nuestro desprecio.

Defendiendo a cierto criminal captó a los jueces con su donaire; pero como el fiscal apelase de la benigna sentencia dictada, el reo fué condenado a muerte, y Luis Vélez a pagar una multa.

Hallábase este en el escritorio; pero cuando les vio entrar subió con ellos, deseando presenciar la escena del reconocimiento, que esperaba fuera patética y teatral. Mucho se pasmaron él y Benigna de que Juan viera al pequeñuelo con sosegada indiferencia, sin hacer ninguna demostración de cariño paternal.

En sus meditaciones de niña temblaban los pensamientos chocando unos con otros, doloridos, ante el cuadro siniestro de aquel hogar. A menudo, una compasión inmensa flotaba benigna en el espíritu generoso de Carmen, preguntando: ¿acaso estos pobres no han heredado la maldad y locura?... ¿Son ellos responsables de ser locos o de ser malos?...

Claro está que ni por el brío, ni por la virtud militar y política, debe ni remotamente compararse Carlos III con los Reyes Católicos, pero los iguala, y, prescindiendo del adelanto moral que han traído los siglos, les lleva no corta ventaja en buena intención, en dulce amor á los súbditos y en benigna blandura, á pesar de la tiránica expulsión de los jesuítas, y, sin embargo, todo lo que hizo Carlos III tuvo algo de inconsistente y de efímero, volviendo á caer España en su anterior abatimiento, del cual, salvo el glorioso paréntesis de la Guerra de la Independencia, no se ha levantado todavía.

Mujer, llévate, llévate de una vez de mi casa este cachorro de tigre dijo Benigna, entrando muy soliviantada . ¡Virgen del Carmen, mi bandeja de arroz con leche! Los chicos de Villuendas saltaban gozosos. «Vosotros tenéis la culpa, bobones; vosotros que le azuzáis» díjoles la tiita, que en alguien tenía que descargar su enfado.

31 Procurad pues, los mejores dones; mas aun yo os enseño el camino más excelente. 2 Y si tuviese profecía, y entendiese todos los misterios y toda ciencia; y si tuviese toda la fe, de tal manera que traspasase los montes, y no tengo caridad, nada soy. 4 La caridad es sufrida, es benigna; la caridad no tiene envidia, la caridad no hace sin razón, no se envanece;

Ramón Villuendas no estaba; pero Benigna bajó al momento, y lo primero que hizo fue observar atentamente la cara sucia de aquel aguinaldo que su hermana le traía. «Qué, ¿no le encuentras parecidodíjole Jacinta algo picada. La verdad, hija... no qué te diga... Es el vivo retrato afirmó la otra, queriendo cerrar la puerta, con una opinión absoluta, a todas las dudas que pudieran surgir.

No se inquietó gran cosa, pensando que la presencia benigna del marino encalmaría bien pronto aquella tempestad. Empezó a vestirse lentamente delante de un espejito tan pequeño que se iba viendo en él «por entregas», y reparando en ello se sonreía.

Después se fue hacia Benina, y con todo miramiento le dijo: «Usted, Doña Benigna, bien podría dejarse de esta vida, que a su edad es tan penosa. No está bien que ande tras el moro como la soga tras el caldero. ¿Por qué no entra en la Misericordia? Ya se lo he dicho a D. Romualdo, y ha prometido interesarse...». Quedose atónita la buena mujer, y no supo qué contestar.