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Las amantes de los dos amigos se llevaban bastante bien, lo cual equivale a decir que sólo se peleaban una vez por semana. ¡Qué bello es contemplar cuatro corazones que laten al unísono! Los hombres montaban a caballo, leían el Fígaro, o comentaban los chismes de la ciudad; las damas se echaban mutuamente las cartas, con gracia sin igual: ¡una edad de oro en miniatura!

Acaso es ésta una de esas idealizaciones con que la imaginación poética del pueblo embellece los tipos de la fuerza brutal que tanto admira; acaso la historia de los grillos es una traducción argentina de la quijada de Sansón, el Hércules hebreo; pero Facundo lo aceptaba como un timbre de gloria, según su bello ideal, y macho de grillos o bayoneta, él, asociándose a otros soldados y presos a quienes su ejemplo alentó, logró sofocar el alzamiento y reconciliarse por este acto de valor con la sociedad y ponerse bajo la protección de la patria, consiguiendo que su nombre volase por todas partes ennoblecido y lavado, aunque con sangre, de las manchas que lo afeaban.

El verde y tortuoso valle de Serchio presentaba su más alegre y bello aspecto en el mes de mayo, la época de las flores en la vieja Italia.

Encamínase á casa de Galatea y alaba al joven, diciendo que es el más bello, rico y noble de toda la ciudad; al principio no quiere escucharla Galatea, pero la vieja persiste en su propósito, é intenta persuadirla que se case con Pamphilo sin conocimiento de sus padres.

Verdad es que el pardo tenía, según el, un ascendiente poderoso sobre el bello sexo. Los dos amantes, una vez de acuerdo en bailar esa noche en la Alegría sin que los patrones lo notaran, pusieron en juego su plan.

¡Jesucristo! exclamó Quevedo en voz muy baja : ¿sera verdad lo que me habéis dicho acerca de ser pieza mayor el rey? En el lecho de la reina, más allá de ella, á quien da la luz de la lámpara sobre el bello semblante dormido, hay un bulto. Y en un sillón junto al lecho, vestidos de hombre. Y un rosario de perlas. ¡Ah! ¡es el rey!

En el amor á lo bello sensible erramos tambien de otra manera. Quando se nos presenta un objeto hermoso á la vista, no solo tenemos la percepcion que viene de los sentidos, sino que juntamos á esta percepcion la nocion del bien, y la voluntad es llevada á amarle.

Es dar un paso muy grande y brusco el que abandona á París en tan bello momento dirigiéndose á la desierta playa; París, resplandeciente entonces con sus magníficos jardines y sus floridos castaños. Junio se deslizara de un modo encantador en la costa si se encontraban dos personas solas, antes de invadirla la muchedumbre.

Contemplamos en tanto gran parte de la ciudad desde un ajimez de la casa en que viviamos. El espectáculo que á nuestros ojos se presentaba no podia ser mas bello. Alzábanse acá y acullá de entre techos desiguales torres mas ó menos imponentes cuya negra silhueta se destacaba sobre los montes inmediatos ó sobre el azul del cielo.

Porque soy interesado y no quiero trabajar en balde. Muéstrame la cara y yo en pago te enseñaré mis mejores riquezas. La dama no se hizo mucho de rogar. Apartó el rebozo, y dejó ver el más bello y agraciado semblante que el mercader había podido ver o soñar en toda su vida.