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Sólo que los tiempos habían hecho llegar hasta él, desde temprano, los granos de fina sensualidad que la vida fascinadora de Italia aventaba sobre los reinos, propagando el gusto de la pompa y del bello vivir. Amaba los ricos objetos, el aparato palaciego, la numerosa servidumbre.

Talludo es el cedro, y además, bello, noble, de madera un tanto quebradiza, pero grata y olorosa.

Bajo este punto de vista es muy bello é interesante su drama titulado El amor cómo ha de ser.

Salvage que en sus raptos de demencia Volcó la hermosa antorcha de la ciencia Para encender con ella su fogon, Donde quemó del pueblo los derechos, Y el bello libro de los grandes hechos... Mas ¡ah! su cifra está en el corazon. Entonces en demanda tuya, ¡oh Mayo!

Puede al mismo tiempo hacerse lo uno y lo otro y es seguramente lo mejor; pero hay que cuidarse mucho, porque sucede con frecuencia que un bello casamiento es todo lo contrario de un buen casamiento, porque deslumbra y por consiguiente enceguece. Un bello casamiento para una joven que, como la señorita Latour-Mesnil, debía llevar quinientos mil francos de dote, constituye tres o cuatro millones.

Y después de un momento de silencio, Grano de Sal añadió con un aire muy satisfecho: Prefiero eso que no haber caído de cabeza. Luego, consolado por esta reflexión filosófica, fue fielmente a cuidar del desayuno del maestro Zeli. ¡Hola! ¿de dónde viene usted, bello señor, con la cabeza desnuda... el cinturón colgando?... ¡Qué palidez!... amigo... ¡qué palidez! Words-Vok.

Va dedicada al rey Felipe III. Aún hay aquí alusiones a Lucinda, pero ya frías y sin pasión, como de una cosa que se extingue y perece. Nueve mil reales fué el precio de la casa, que no carecía de comodidades ni de un bello jardín, reposo y contento del poeta.

Después de estas crisis era raro que mi padre no se apresurara á comprar algún bello dije, que mi madre hallaba bajo su servilleta, al sentarse á la mesa, y que jamás usaba.

Así caen destrozados entre la indiferencia los bravos paladines de la bohemia. Su fiera independencia espiritual, su altivo individualismo es la causa del doliente remate de esas vidas. Carecen de habilidad, de condiciones de mercader para administrar su talento. Producen bien o mal, por el gusto de hacer algo bello, por el anhelo de su alma de derramar lo que llevan dentro.

Un niño pequeñito de ocho años subió gateando las gradas del estrado, púsose de puntillas para divisar a su madre, viola a lo lejos y con la punta del diploma le envió un beso... Chicos y grandes aplaudieron con entusiasmo: los unos, por ese instinto de ángel que hace comprender al niño lo que es santo y bello; los otros, por esa tierna simpatía que despierta en el corazón de todo padre o madre cuanto tiende a revelar el puro amor de hijo.