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Todos tenemos en qué caernos muertos, señora. Si no ¿dónde iríamos a parar? Y el desinterés, sobre todo en esta época, es una virtud bastante rara. Ya que la quiere usted mucho. Cierto; la quiero; es una niña muy interesante. Y que la protege usted. Yo, señora, puedo proteger muy poco. Además, Inesita no necesita protección. La protegen su propia belleza y su alma incomparable.

Vayamos en pos de ese hombre privilegiado que recibió de la suerte, con el don de una ilustre prosapia, los de la fortuna, la distinción, la belleza y la dicha, porque es el protagonista de nuestra historia. Salió de su casa al trote corto, y a este paso llegó al bulevar: dejó atrás la Magdalena, y tomando por el arrabal de San Honorato entró en la calle de Angulema.

Veíase en el venerable caserón de los Febrer con sus padres y su abuelo. Era hijo único. Su madre, una señora pálida, de belleza melancólica, había quedado enferma a consecuencia de su nacimiento. Don Horacio vivía en el segundo piso, en compañía de un viejo criado, como si fuese un huésped en la casa, mezclándose con la familia o aislándose de ella a su capricho.

Los caballos cordobeses merecen sin duda esa fama, en cuanto á su fuerza y valor, su brio y resistencia y la belleza relativa de sus formas; pero en lo general carecen de suavidad de boca, y léjos de ser delgados y de contornos ligeros tienen una redondez que no me parece graciosa.

He ahí por qué el mármol y el lienzo son inferiores a la música, que abre horizontes infinitos, dibuja catedrales medioevales, envuelve en nubes de blanca luz sideral, lleva en sus ondas invisibles mujeres de una belleza soñada, os convierte en héroes, trae lágrimas a los ojos, pensamientos serenos al cerebro, recorre, en fin, la gama entera e infinita de la imaginación...

En Filipinas las mujeres aman, los pájaros cantan, y las flores huelen. Despedida de Lucban. Arroyos que se convierten en torrentes. Huellas de un baguio. Puentes derruídos. Troncos de cocos. La sampaca y el jazmín silvestre. Pedregales, hondonadas y pendientes. Relente de la tarde. Aguas sulfurosas. El puente de la Princesa. Belleza del paisaje. Bravía y salvaje naturaleza tropical. Melancolía.

En algunos puntos no se pudieron librar de ciertas maldiciones, pero las más de las veces por interés o por necesidad se mostraron complacientes, y terminando la entrevista del modo más cordial. Eran las tres cuando acabó esta ruta, y con un pequeño saco de goma impermeable, atado con correas a sus espaldas, Federico volvió a la posada. Pero allí le acechaba la Belleza.

Yo afirmo que a usted le sientan bien todos los colores del iris; mejor dicho: no es que este o el otro color hagan valer más o menos su belleza; es que su belleza tiene bastante poder para dar realce a cualquier color que se le aplique. Gracias... ¡Qué bien dicho!

La doncella Teodora refiere las singulares aventuras que suceden en Orán, Constantinopla y Persia á una joven española de admirable ingenio y belleza; figuran también en este drama un profesor de Valencia, un catedrático de Toledo, el Rey de Orán; Selin, gran señor de Turquía, y el Sultán de Babilonia.

Bella mujer, que la belleza igualas del "rosario" que lleno de ufanía luce en sus cuentos tan fragantes galas: Un rosario de flores bien querría. Si el que llevas al cuello me regalas ¡te prometo rezarlo cada día! LA MESTIZA ESPA