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Lo reciente que es este último libro, el buen sentido de su autor, su instrucción y erudición, su espíritu religioso y católico, su culto constante á la belleza, y el aplomo y la mesura con que procede antes de emitir sus apreciaciones, le dan un mérito indisputable, bastando su lectura, hecha con atención debida, para poner al lector al corriente y en poco tiempo de cuanto se sabe hoy acerca de nuestra literatura dramática en este período tan interesante de su formación.

El Nacimiento no es una obra de arte á los ojos de los adultos; pero los chicos encuentran tanta belleza en las figuras, expresión tan mística en el semblante de todas ellas, y propiedad tanta en sus trajes, que no creen haya salido de manos de los hombres obra más perfecta, y la atribuyen á la industria peculiar de ciertos ángeles dedicados á ganarse la vida trabajando en barro.

Y no era espejo meramente pasivo, sino que ordenaba las imágenes y representaciones, las iluminaba del modo más artístico, y hacía que unas resaltasen más y otras se perdiesen o desvaneciesen en los últimos términos del cuadro, según convenía a la evidente demostración de la verdad o a la aparición celestial y limpia de la belleza.

Esto es hermoso, Fernando, pero con la belleza de un cementerio bien cuidado. Falta la alegría, falta el alma de un pueblo libre, que cuando termina el trabajo quiere entregarse á la vida.

Primero quedó suspenso con el pasmo de la sorpresa, luego se dijo con la velocidad del pensamiento que cuanto había en aquel maravilloso recinto y cuanto realzaba la belleza de aquella mujer extraordinaria, había bajo una u otra forma nacido entre sus manos.

Hasta la que lleva el título de Los tres blasones, obra de tres grandes ingenios , no ha de exceptuarse de mi anatema, porque es un monstruo de belleza, como las otras lo son de fealdad.................................» Así habló Villayzán, retirándose entonces los poetas.

No todos, sin embargo, saben gozar de la belleza de las aguas corrientes. El desgraciado que se pasea por holgazanería y para «matar el tiempo», que no sabe en qué emplear, ve en todas partes objetos que le aburren, hasta en las cascadas, en los remolinos, en las hierbas ondulantes del fondo y en los torbellinos de espuma.

Eran los viejos troyanos de la Ilíada, que protestan del largo sitio de su ciudad, de la sangre de miles de héroes, de la miseria, todo por culpa de una mujer... Pero pasa Helena ante el «banco de los viejos», majestuosa de belleza, arrastrando sus túnicas de oro, y todos ellos quedan absortos de admiración, lo mismo que si la divina Afrodita acabase de descender á la tierra, y murmuran como una plegaria: «Bien merece lo que por ella sufrimos. ¡Es tan hermosa

El frío de la mañana los penetraba también como a su dueño; yacían silenciosos y melancólicos, esperando, sin duda, que los rayos del sol mostraran su belleza y esplendor. Sólo en tal sitio que otro, al caer la luz sobre el barniz, producía un blanco reflejo que semejaba al ojo vidrioso y opaco de un moribundo.

Rica perla de dos mares, si humilde la ofrenda es, ya ves que, inspirada en tu belleza y reflejando tu historia, tiene por timbre de gloria la sombra de tu grandeza. Años ha que mi navío, después de tender la lona y recorrer la ancha zona de la mar a su albedrío, cedió pío de mi afán al hondo anhelo. A tus playas se acercó y benigno me dejó, Manila, sobre tu suelo.