United States or Bosnia and Herzegovina ? Vote for the TOP Country of the Week !


Loco de ira, Ramiro quiso abrirse paso entre la espinosa malla; pero no pudo lograrlo, y un destemplado gemido, un gemido áspero, terrible, brotó de su pecho. Gonzalo y Beatriz se levantaron y huyeron.

En los primeros tiempos inmediatos a la reconciliación de Pierrepont con Beatriz, tuvo la señora de Aymaret el gusto de ver que las recíprocas relaciones de aquéllos tomaban el carácter que ella les había asignado con atinada prudencia.

Por lo pronto, lo que podemos asegurar es que la reputación de doña Beatriz estaba perdida; gravísimo mal, aunque no del todo irremediable, dado que fuese una calumnia lo que se recelaba o afirmaba: dado que la suposición no tuviese fundamento alguno.

Poco a poco fue el marqués volviendo a sus antiguas costumbres, frecuentando el taller de Jacques, donde encontraba casi siempre a Beatriz, sobre todo durante las sesiones para el retrato de miss Nicholson, con cuya amable persona había intimado mucho la mujer del pintor.

Beatriz, a pesar de su amargo desapego a todo, aceptó la idea con algún interés. Pero objetó a su amiga , ¿cómo pedir semejante favor a ese caballero?... Yo nunca me atreveré. Podrías replicóle la vizcondesa rogar al señor de Pierrepont que se encargara de hablarle. No dijo Beatriz ; el señor de Pierrepont podría disgustar a su tía dando ese paso.

Ramiro dijo brevemente lo que había leído en las historias sobre aquellos amores, y a él mismo le pareció que sus palabras diseminaban lúbrico perfumo. Las pupilas de Beatriz se encendieron. Uno y otro fijaron la mirada en las dos galantes figuras, y sus retinas sólo tomaron el vivo bermellón de aquellas dos bocas intactas, que parecían retardar la voluptuosa caricia en los años.

¿Estás segura?... ¿Estás bien segura de que no me despreciarías mañana si yo cediese a tus ruegos? ¿Despreciarte?... ¿Por qué?... Pues que, ¿no que eres libre, que te han devuelto tu palabra? ¿Y no te dirías alguna vez, Beatriz, que otro en mi lugar se habría mostrado más escrupuloso sobre el punto de honor?

Como mi padre ha vivido fuera de la realidad, se conduce siempre con desparpajo que asusta y admira; así es que, al poco rato de conversación con la duquesa, y como quiera que se hallaba bastante agitado, comenzó a dispararle versos amatorios, un tanto velados todavía, más por artificio que por timidez, declarando que no en balde la señora se llamaba doña Beatriz y que él, como el Dante, subía del infierno de Compostela al paraíso de su presencia y protección.

Entonces dijo doña Beatriz: Vamos, vamos..., dejémonos de niñerías. No me pruebes ahora no ya que eres viejo, sino que eres mucho más niño que yo. Alegrémonos, serenémonos y vamos a divertirnos hasta donde sea posible.

El alférez dijo, a su vez: ¡per Baco: la gallarda!, y, tomando la mano de Beatriz, interpuso entre sus dedos y los de ella un pañizuelo perfumado. Dieron cinco pasos y después los perdieron. Los instrumentos sonaban con anticuada languidez y el lucido soldado conducía majestuosamente a la niña con la pompa señoril de aquella danza de los abuelos.