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Espiraba el mes de Marzo de 1810, y segun estaba convenido, el marqués del Toro, coronel del batallon miliciano de los valles de Aragua, debia señalar la entrada del de Abril apoderándose por sorpresa del capitan general, quien noticioso del proyecto, merced á un vil denunciador, dió un golpe de mano á los conspiradores.

De tarde en tarde pasaba un batallón suelto, una batería, un grupo de jinetes, las últimas fuerzas de la retaguardia que habían tomado posición en las cercanías del pueblo para cubrir el movimiento de retroceso.

No, replicaba otro que tenía buen corazon; basta con que las tropas recorran las calles, el batallon de caballería por ejemplo, con el sable desenvainado; basta arrastrar algunos cañones... ¡basta eso! El pueblo es muy tímido y todos entrarán en sus casas.

Explicó su estancia en un pueblo, con el batallón metido en una iglesia, sin poder moverse por estar los caminos intransitables por la nieve, no comiendo más que habichuelas y teniendo por retrete un confesionario, y dió tales detalles, que todo el mundo reía a carcajadas.

Y se alejó como un jabalí perseguido por la jauría entre silbidos y carcajadas, volviendo de vez en cuando la cabeza para escupirles el mismo esdrújulo injurioso. Las señoritas de Meré. En efecto, Emilita Mateo había logrado hacerse amar de un capitán del batallón de Pontevedra.

«Permiso de veinticuatro horas al granadero Gaspar Lefèvre, de la 2.ª del 1.º. »Hoy, 3 de enero de 1814. »Gémeau, comandante del batallónBien, bien dijo Hullin ; mete esto en la mochila, porque puede perderse. Juan Claudio había vuelto a adquirir su alegría habitual.

No sabía el pueblo despedir a los suyos de otro modo. Luego que el batallón pasó, la calle volvió a quedar casi desierta, huérfana de animación y ruidos: durante unos minutos continuó oyéndose cada instante más débil el sonar de las trompetas, se cerraron los balcones y tornáronse los chicos a sus juegos.

D. Francisco Antonio Escalada, Consul moderno del Real Tribunal del Consulado; el Sr. D. Floro Zamudio y Chavarria, Teniente Coronel urbano, y Capitan del escuadron de Húsares del Rey; el Sr. D. Hermenegildo Aguirre; el Sr. D. Tomas Lezica, de este comercio; el Sr. Teniente Coronel D. Juan Bautista Bustur, Sargento Mayor del batallon número 3; el Sr.

D. José Leon Dominguez, Capitan con grado de Teniente Coronel de los granaderos del mismo batallon; el Reverendo Padre Maestro Fray Ignacio Grela, del Orden de Predicadores; el Sr. D. Florencio Torrada, Teniente Coronel y Comandante del batallon de granaderos de Fernando VII; el Sr. Dr. D. Cosme Argerich, profesor de medicina; el Sr.

Un caballero, amigo de Millán, prometió después interesarse para que fuese destinado al batallón de escribientes o a la imprenta del Ministerio de la Guerra, pues lo principal era evitar que saliera de Madrid, propósito difícil de conseguir durante aquellos días, en que los poderes públicos se veían obligados a echar mano de todos los cuerpos e institutos militares para combatir la insurrección carlista, que ya merecía el maldito nombre de guerra civil.