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Voltaire a los doce escribía sátiras contra los padres jesuitas del colegio en que se estaba educando: su padre quería que estudiase leyes, y se desesperó cuando supo que el hijo andaba recitando versos entre la gente alegre de París: a los veinte años estaba Voltaire preso en la Bastilla por sus versos burlescos contra el rey vicioso que gobernaba en Francia: en la prisión corrigió su tragedia de Edipo, y comenzó su poema la Henriada.

Pérez optó por lo último: la visita de la Bastilla hecha el mismo día no le había satisfecho, y descansó en una posada elegida por M. D'Incarville.

El azote del mandarin chino ha viajado mucho por la tierra; puso los piés en Francia, y se llamó Bastilla en el siglo XIII, así como antes se habria llamado de otra manera, porque es claro que las edades anteriores, todas las edades humanas tuvieron tambien su Bastilla.

Era el 1.º de Agosto de 1358, y por más señas que habia nubes. Así lo dice el Memorial. Para el Preboste de Paris estuvo realmente bien nublado. Pues nuestro buen Estéban Marcel se hace amo de las llaves de la ciudad, y á la media noche, toma el camino de la Bastilla de San Antonio. El Preboste creia que iba solo; pero se engañaba. Dos hombres le seguian.

En segundo término, hileras de casas á derecha é izquierda, simétricas en la forma, no en la direccion; despues un torreon colosal con jardin; luego la casa de la Ciudad con plaza extensa; por último, nuevas casas hasta la calle de San Antonio, la cual se prolonga hasta la plaza de la Bastilla. Esto es lo que se llama calle de Rívoli.

El coche de la Emperatriz desapareció entre los árboles de los Campos Elíseos; nosotros montamos en el ómnibus que va á la Plaza de la Bastilla, y á los quince minutos nos encontrabamos en nuestra fonda. Un amigo que nos acompañaba me preguntó con mucho interés durante el camino: ¿Morirá en Paris la Emperatriz Eugenia? Yo dije: no lo .

La protectora empuja é insulta, sin dejar de ocuparse de los viejos. ¿Y viven cerca los parientes? Plaza de la Bastilla contesta Baucis, que no sabe dónde está la plaza. Un murmullo de tristeza; un gesto de lástima. Todos miran el extremo del bulevar, que se pierde en la noche. ¡Tan lejos!... ¡No llegarán nunca! Circulan pocos automóviles; sólo de vez en cuando pasa alguno.

Demos ahora la izquierda á la Magdalena, y hallarémos que entre el ministerio de Marina y el jardin de las Tullerías, palacio del mismo nombre y el Louvre, media un espacio de 30 ó 35 pasos, que se extiende hasta la plaza de la Bastilla, en una extension de media legua poco más ó menos.

Está blindado por sus códigos, atrincherado en sus estrados y defendido por todos sus auxiliares jurídicos, y es invulnerable por la necesidad social que impone la infalibilidad de sus sentencias. ¿Y vamos á emprenderla contra esa Bastilla más impenetrable que la primera, pues contiene el palladium del orden y abriga la soberana majestad de la razón de Estado?

Mi mujer estaba encantada. Tenia razon: aquello parecia un bosque hechicero. ¡Si todo fuera así! Eran casi las diez, estábamos muy léjos de la calle de Feydeau, nos encontrábamos muy cansados, yo tenia que escribir esta reseña, y determinamos dejar para otro día la visita de la calle de Rívoli, hasta el palacio del ayuntamiento, y si el tiempo lo da, hasta la plaza de la tan célebre Bastilla.