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Lo pasábamos en una noche muy obscura, cuando de pronto detuviéronse los coches, oímos gritos, sonó un disparo, y algunos hombres de mal aspecto, saltando desde los cercanos matorrales, se arrojaron al camino. Al instante corrimos sable en mano hacia ellos...; pero basta ya, y déjenme dormir, pues ni con tenazas me han de sacar una palabra más. FIN DE «BAIL

[117.] Allí (Cap. XXI) dije que el entendimiento puro puede ejercer sus funciones por ideas indeterminadas, esto es, representativas de relaciones generales, sin aplicacion á ningun objeto real ni posible, hasta que se les añade una determinacion suministrada por la experiencia (ibid. §. 135). La idea de causa pertenece á las indeterminadas (ibid. §. 134); y por consiguiente tomada en toda su generalidad, no puede ofrecernos sino la relacion de ser y no ser, ó de seres enlazados entre con cierta necesidad, todo con absoluta indeterminacion (ibid. 130). Luego para determinar el carácter de la misma actividad, y sus medios de comunicacion, no nos basta la idea de causa: esta por sola, nada puede decirnos sobre el particular; ella se limita á enseñarnos ciertas verdades

Á su señora, que es hija de un prendero de la calle del Rubio, le da mucho por la aristocracia y llama chusma á los partidos avanzados: conque no le digo más, porque esto basta y sobra: intelligentibus pauca. Los quesos que me ha mandado salieron excelentes, sobre todo el amarillo.

No pensemos en lo imposible añadió Cristeta tristemente ¿Has querido verme para que sufriéramos los dos? Ya estarás satisfecho; pero basta... ¡por la Virgen Santa!

Por esto le basta el espacio vacío; ó mejor se diria, que por esto exige el espacio vacío; pues que cuando hace la aplicacion á los cuerpos, no encuentra toda la exactitud que hallaba en la continuidad en abstracto.

Basta: la doy por recibida dijo con lentitud . Designe á dos amigos para que se entiendan con los míos. Y soltando la mano de Martínez, le volvió la espalda después de hacerle un grave saludo. Los gestos de los dos habían sido rápidos.

¿Yo mujer de un albéitar?... Isidora, mira que te cojo... y ni tu tío el Canónigo te saca de mis manos. Basta de bromas. ¡Vaya, que te tomas unas libertades!... Nuestros gustos son diferentes. Su gusto de usted, señora, se amoldará al gusto mío. Eso se lo enseñará a usted mi secretario, que es una vara de fresno. ¡A ! exclamó ella con brío, deteniéndose y mirándole.

Y que la noche que le diga al volver: Mamá, he ganado el corazón de una preciosa persona, cuyo mayor defecto es poseer un capital de unos veinte millones y una renta de dos o tres millones... Se exagera siempre que se habla de centenares de millones: para yo sabré las verdaderas cifras, y eso me basta... Esa noche, mamá se quedará encantada, porque en resumidas cuentas, ¿qué desea ella para ?

No basta saber que podemos estar seguros de la existencia de la extension, es preciso investigar si ella es en realidad tal cual nos la presentan los sentidos; y lo que digo de la extension puede aplicarse á las demás propiedades de los cuerpos.

No, replicaba otro que tenía buen corazon; basta con que las tropas recorran las calles, el batallon de caballería por ejemplo, con el sable desenvainado; basta arrastrar algunos cañones... ¡basta eso! El pueblo es muy tímido y todos entrarán en sus casas.