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Simoun se había levantado y su semblante estaba radiante: el ardor que le animaba cuando, cuatro meses antes, esplicaba á Basilio sus proyectos en el bosque de sus antepasados, reaparecía en su fisonomía como un rojo crepúsculo despues de un nublado día.

Y ella veía las ligaduras que habían penetrado la carne, veía la sangre saliendo por la boca y oía que Basilio le decía: «¡Sálvame, sálvame! ¡ sola me puedes salvarResonaba despues una carcajada, volvía los ojos y veía á su padre, que la miraba con ojos llenos de reproche.

Quedaron todos los circunstantes admirados, y algunos dellos, más simples que curiosos, en altas voces, comenzaron a decir: ¡Milagro, milagro! Pero Basilio replicó: ¡No "milagro, milagro", sino industria, industria!

Como no había por qué ocultar la cosa, no se ocultó; los de la sala supieron enseguida el pronóstico, nada reservado, de D. Basilio.

Y así como en otros centros de enseñanza donde hay verdaderos deseos de que los muchachos aprendan, tales descubrimientos suelen alegrar á los profesores, así tambien en un colegio dirigido por hombres convencidos en su mayor parte de que el saber es un mal, al menos para los alumnos, el caso de Basilio tuvo mal efecto y nunca más se le preguntó en todo el resto del año. ¿Para qué si no hacía reir á nadie?

¡Utopía, utopía! contestó secamente Simoun; la máquina está por encontrarse... en el entretanto tomo mi cerveza. Y sin despedirse dejó á los dos amigos. Pero ¿qué tienes hoy que estás batallador? preguntó Basilio. Nada, no lo , pero ese hombre me da horror, miedo casi. Te estaba tocando con el codo; ¿no sabes que á ese le llaman el cardenal Moreno? ¿Cardenal Moreno?

No iba lejos, podía venir cada dos días á visitar la casa; el abuelo podía verla y en cuanto á Basilio, él sabía hace tiempo el mal giro que tomaban los asuntos de su padre porque solía decirla á menudo: Cuando yo sea médico y nos casemos, tu padre no necesitará de sus campos. ¡Qué tonta he sido en llorar tanto! se decía mientras arreglaba su tampipi.

D. Basilio Torrecillas se dijo: Que sus sentimientos son iguales á los de los Señores Doctores D. Juan Nepomuceno de Sola y D. Manuel Alberti. Por el Sr. D. Miguel Saenz, se dijo: Que reproduce en todo el voto del Sr. D. Cornelio Saavedra, con la adicion de que tenga voto decisivo el caballero Síndico Procurador general. Por el Sr. D. Manuel Belgrano, se dijo: Que reproduce el voto del Sr.

Con gran estupefacción de D. Basilio Andrés de la Caña, que volvió a la tertulia, embistió contra la propiedad individual, haciendo creer al propio sujeto y a otros tales que se había dado un atracón de lecturas prudhonianas.

Durante el periodo revolucionario, pasó el pobre D. Basilio una trinquetada horrible, porque no quiso venderse ni abdicar sus ideas. Únicamente consintió en trabajar en un periódico liberal templado; pero... bien claro se lo dijo al director... nada más que para tratar de las cuestiones financieras, con exclusión absoluta de toda idea política.