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Os ruego ordenéis á los soldados que se tiendan sobre cubierta y permanezcan inmóviles, dijo el capitán. Dentro de pocos minutos estaremos salvados ó habrá llegado nuestra última hora. Arqueros y hombres de armas obedecieron prontamente. Golvín se aferró al timón y miró fijamente á proa, por debajo de la hinchada vela mayor. Los dos jefes, inmóviles á popa, contemplaban también la temida barra.

dijo . Estamos cerca de tierra o de un escollo. Esperemos un relámpago. No tuvo que esperar mucho. A poco un brillante relámpago rasgaba las nubes, iluminando el golfo hasta los extremos límites del horizonte. Una orden precisa y terminante salió de los labios del Capitán: ¡Escollera ante nosotros! ¡Orza la barra, Van-Horn!

Y yo dijo Van-Stael, irguiéndose y mostrando sus manos callosas estoy sintiendo ganas de ataros a los quince por las trenzas y abandonaros en la bahía, ¡Pillos!... ¡Ah! ¿Tenéis miedo, conejos del Celeste Imperio?... ¡Mil truenos!... Yo no os he contratado para que deis un viaje de placer alrededor del mundo, señores míos... ¡Van-Horn, sujeta a este cobarde que dice que quiere abandonar esta costa, y mételo en la barra por tres días!... ¡Y vosotros al trabajo, o, palabra de marino, os hago sentir lo que pesan mis manos!... ¡Yo me entenderé con los salvajes! ¡Vosotros, a vuestra obligación, y vivo!

Y aunque á nunca esta circunstancia me detuvo, pues casi siempre he entrado con viento contrario, ya se ha visto lo muy cerca que alguno ha estado de perderse, por permanecer afuera fondeados: por lo cual convendria, que los navegantes á este establecimiento se instruyesen bien en la barra de este rio y sus canales, á fin de asegurar sus vidas y los reales intereses; pues solo la falta de practica es la que ocasiona los muchos riesgos y detenciones que continuamente se experimentan.

De una pequeña alacena sacó una vieja linterna herrumbrosa, y la encendió cuidadosamente, mientras nosotros dos la mirábamos llenos de interés y faltos de aliento. Después echó llave a la puerta y la aseguró con una barra de hierro, cerró los postigos de la ventana, y quedamos en tinieblas. ¿Iríamos a ver acaso alguna ilusión sobrenatural?

Mas ahora, agotadas sus fuerzas, la barra se queda más atrás de la rama. Entonces, de aquella multitud ebria de entusiasmo se eleva un clamoreo inmenso. «¡Viva Laviana!» «¡Viva Villoria

En todas las aldeas y lugares que pasaban había desafíos de pelota, de esgrima, de correr, de saltar, de tirar la barra y de otros ejercicios de fuerza, maña y ligereza, y de todo salía vencedor Andrés.

Apenas se había oído un segundo toque de silbato, cuando la tartana había aparejado y desplegado su antena, su bauprés y su trinquete y el condenado manejaba la barra del timonel.

La puerta ya presenta facilidad para enlazar con una faja el pasador de arriba y correrlo. Puede ser que la precaución del propietario haya llegado hasta poner una barra, y entonces hay que tratar de sacarla. La extremidad libre de la faja con que se enlazó el pasador se pasa por debajo de la barra y se tira para arriba.

La menos agua que hallé fueron dos brazas, y con todo, era tanta la marejada que tocó algunas veces la embarcacion, no calando esta mas que 71/2 palmos: pasé la barra y navegué por 3 brazas de fondo hasta la punta del N del rio, que me dió el viento de proa, y á fuerza de muchos bordos logré dar fondo dentro del rio.