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En los días que estuve en Cotta, tuve ocasión de ver y apreciar lo agradable que es una estancia en aquel precioso y saludable barrio levantado al borde de dos ríos, cuyas aguas se confunden en un mismo desagüe antes de llegar á la barra, la que dista del embarcadero un cuarto de hora.

No así cuando se marcha bajo las bóvedas de Westminster; no así cuando se asciende silenciosamente a ocupar un sitio en la barra de aquella Cámara de los Comunes cuyas paredes conservan el eco de los acentos más generosos y más altos que hayan salido de boca de los hombres en beneficio de la especie entera.

Mire usted, antes que las obras del Puerto, he presentado yo un proyecto, original, sencillo, útil, económico y factible para limpiar la barra de la Laguna ¡y no se ha aceptado porque no daba de esto! Y repitió el mismo gesto de los dedos, se encojió de hombros, miró á todos como diciéndoles: ¿Ustedes han visto semejante desgracia? Y ¿se puede saber en qué consistía?

En aquel momento el vapor entraba en la barra y el panorama que se estendía ante sus ojos era verdaderamente magnífico. Todos se sintieron impresionados. Delante se estendía el hermoso lago rodeado de verdes orillas y montañas azules como un espejo colosal con marco de esmeraldas y zafiros para mirarse en su luna el cielo.

Doña Catalina abrió violentamente la puerta y salió. Quevedo la oyó cruzar por fuera una barra y echar llaves.

Era un edificio antiguo y extraño, parecido a esas viejas casas de portazgo que se ven en los grabados de la antigüedad, sólo que le faltaba la vieja barra de hierro. Sin embargo, se conservaban todavía los postes del portón, y como durante la noche había caído una sábana de nieve, el aspecto que presentaba el paraje, era verdaderamente invernal y pintoresco.

Al salir el sol ya habia montado los bajos, y seguí con fuerza de vela y viento N fresco, por lograr la pleamar de dia en el Rio Negro, y poder lograr entrar en él, por estar la mar muy gruesa y el viento contrario para aventurarse á embestir su barra. De noche las doce llegué la barra que rompia de punta á punta, y la embestí por la canal del N por entre las reventazones.

Amaneció con el viento al SO recio, el que á mediodia abonanzó, y mandé el piloto en la chalupa á la barra del Arroyo del Baradero, para que abalizase su canal. A las cuatro y media, habiéndose llamado el viento NNE flojo, me hice á la vela, y navegué hasta la noche que fondo en 3 brazas de agua.

Espíritu invisible, que enajenas Las potencias del alma, y con cadenas Atas la voluntad: que gobiernas la imantada barra Cuando el manto del cielo se desgarra: Ven á ensayar aquí tu potestad. Y , mujer, bañada en mi creencia, Recibe en tu alma su impalpable esencia Cual vaso de eleccion: de la verdad sacerdotiza, Y ciñe como nueva pitonisa La aurëola que la inspiracion.

Salió Jacinto en defensa del acusado y sostuvo que no había tal delito, que no podía haberlo, porque él, compañero inseparable, y a mucha honra, de su primo, tenía que estar enterado, como lo estaba, de que el otro no pensaba en semejante cosa; pero, la tía Goya, sin dar su brazo a torcer, llamó a la barra a la supuesta cómplice, y entre todos se la sometió a minucioso interrogatorio.