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Estando la Excelencia del Duque de Medinaceli, Virrey de Sicilia y Capitán general de la empresa de Berbería, de día en día para embarcarse, habiendo ganado á los Gelves con grandísima reputación y en gran servicio de Dios y de Su Majestad Católica, y hechas todas las provisiones y expediciones necesarias para el fuerte y para la guardia dél, habiendo señalado 2.000 infantes escogidos entre italianos, franceses y españoles, y algunos alemanes, y por su Gobernador á Miguel de Barahona, el cual había sido Maestre de campo de un tercio de españoles, y queriendo Su Excelencia con el resto de los señores y capitanes y soldados irse á Sicilia para proveer las otras fuerzas más necesarias y de más importancia, y para tal efecto se había ya embarcado gran parte del ejército, y todavía se embarcaban, sino que, por desgracia y mala ventura, los soldados se revolvieron con los moros en el Zoco y hobieron una gran cuestión, la cual fué causa que la embarcación se suspendió por tres ó cuatro días, de lo cual Su Excelencia estaba con gran pesar; mas todo lo remedió con su prudencia é hizo que fuese adelante la dicha embarcación.

El señor Bonilla recuerda lo que contra ellos dijo el doctor Suárez de Figueroa en su Plaza universal de todas ciencias y artes . Y antes que Suárez, Barahona de Soto, en su Angélica, maltrató á los finchados gramaticones al incluírlos en la relación de aquellas gentes que Zenagrio, en la morada de Gleoricia, no se digna de mirar: «Tanto del soez gramático arrogante que, porque punta y coma sus diciones y ordena lo de atrás para adelante, no estima los gravísimos varones....»

Viendo los turcos lo poco que ganaban en venir á las manos con los del fuerte ni galeras, acordaron de esperar á que acabásemos el agua, porque de los que se huían tenían cada hora aviso de la poca agua que teníamos, y los que se iban, por cubrir su bellaquería y por complacer los turcos, publicaban más necesidad que la que había. Muerto el gobernador Barahona, que tenía cuenta con el agua, se dió el gobierno del fuerte y el cargo de la cisterna al Capitán Antonio de Olivera; y estando herido de un arcabuzazo, se dió cargo del agua á Juan de Alarcón, Secretario de D. Alvaro, que servía de Contador en la fuerza.

«gastos de la fiesta del Corpus Christi deste año de 1603 deue por gabriel de barahona Receptor general de la mayormía deste año 18700 mrs. que se le libraron á gonçalo de campos guerrero Pintor de Resto y a cumplimiento á los 300 ducados en que en él se Remató digo concertó la comisión de la dha. fiesta.

Quiso llevar consigo á D. Álvaro de Sande, que tampoco tenía obligación que cumplir en los Gelves: con todo, díjole éste que, considerando si le era mejor hacer compañía á Su Excelencia ó quedar donde se hallaba, entendía convenir lo último al servicio de Dios y del Rey y á su propio respeto, porque habiéndose salvado mucha gente de las galeras y siendo de diferentes naciones y calidades la acogida al fuerte, era menester persona de mayor cargo que el Maestre de campo Barahona para tenerla á raya y cuidar de la economía del agua y bastimentos.

Rodrigo Zapata, que entregó el fuerte. Juan de Funes, que capituló. Juan del Águila, idem. Jerónimo de la Cerda. Juan de Gama. Sebastián Poller, inventor de los alambiques. Maestres de campo, Alonso Padilla. Miguel de Barahona. Jerónimo de Piantanigo. Capitanes, Bartolomé González. Adrián García. Pedro Vanegas. Alonso de Guzmán. Pedro Bermúdez. Antonio de Mercado. Gregorio Ruiz. Juan de Vargas.

Había de hacerse al Oeste del castillo unas seis millas, por ser el terreno á propósito y cercano á once pozos de agua dulce, aunque no muy buena, según las noticias de los confidentes, confirmadas en el reconocimiento que hicieron el Cómitre Real y el Maese de campo Miguel de Barahona.

Viendo la carga que los enemigos venían dando á los nuestros, acudieron muchos soldados por aquella parte para salir á socorrer. No lo pudieron hacer tan presto que ya los nuestros no fuesen recogidos en las trincheas, y queriendo de nuevo salir á los enemigos, se puso delante el Gobernador Barahona y los hizo tornar.

Las otras siete galeras que quedaron fueron combatidas otra vez á una hora de día, á tiempo que el agua iba menguando, porque allí, entre día y noche, crece y mengua el agua dos veces; y así por la parte de tierra las dieron combate 3 ó 4.000 turcos y moros, y el resto de su campo quedaba en las trincheras, dudando de aquello que podía fácilmente acaecer, como los capitanes y soldados querían tomallos en medio, que los otros estaban en la mar combatiendo con las galeras y con el socorro que había salido del fuerte, que ciertamente era una hermosa cosa de ver combatir los cristianos con los turcos dentro del agua hasta la cinta, y por habérseles mojado la pólvora dentro de los frascos no se podían aprovechar de los arcabuces, y así peleaban con las espadas y picas, y fueron muertos y heridos muchos turcos, porque el artillería del fuerte y mosquetes y arcabucería, allende de la que tiraban de las galeras, los tomaba por través y les hacía gran daño, y así se retiraron los turcos con gran pérdida, y de los cristianos hobo pocos heridos, entre los cuales dieron un arcabuzazo en una pierna al Maestre de campo Miguel de Barahona, porque él había salido fuera con el socorro, y de ahí á pocos días murió de la herida.

Hecho pues el sinpar recebimiento, Do se halló DON LUIS DE BARAHONA, Llevado alli por su merecimiento. Del siempre verde lauro una corona Le ofrece Apolo en su intencion, y un vaso Del agua de Castalia y de Elicona. Y luego vuelve el magestoso paso, Y el esquadron pensado y de repente Le sigue por las faldas del Parnaso.