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Embriagado tal vez.... ¡Bendito Dios!... ¿Y ahora está tu padre en casa? No lo ... subirá. Mi madrastra está en la cama. Sube, y si está tu padre, dile que baje al momento. Necesito darle un recado.

Yo descubria aun el Chipicani, el Tacora, y todas las montañas del llano occidental, que acababa de trasponer, y sobre las que mi vista se habia tantas veces detenido durante los tres dias de mi tránsito por la cordillera. Bajé al llano Boliviano, situado aun á la altura de cuatro mil varas sobre el nivel del mar, y que es la parte mas poblada de la república.

Pues verdaderamente que el señor Confucio no anduvo desacertado en la parabolita dijo la marquesa . Pero al aplicarte el cuento, te las calzas al revés, amigo mío... No debes de decir subí, sino bajé, porque esos triunfos de tu vida no te han ensalzado, sino rebajado mucho... Por eso debiste decir: «Bajé al charco de Tam-Sam y la idea de la virtud la perdí de vista, me hundí en la cisterna de Tai-Sam, mucho más profunda, mucho más cenagosa, y las ideas del honor y del deber se borraron del todo...»

Dos guardias de la Veterana se le adelantaron preguntándole qué quería. Basilio comprendió que había obrado de ligero, pero ya no podía retroceder. Vengo á ver á mi amigo Makaraig, contestó tranquilamente. Los guardias se miraron. Espérese usted aquí, díjole uno; espere usted á que baje el cabo.

Retireme temprano, que no les sientan bien a mis canas ver entrar a Febo en los bailes; acompañome mi sobrino, que iba a otra concurrencia. Bajé del coche, y nos despedimos. Pareciome no encontrar en su voz aquel mismo calor afectuoso, aquel interés con que por la mañana me dirigía la palabra.

Pero ¡ay! sus enemigos no cejarán por esto.... Baje la mano, gentleman; póngame en el suelo. Necesito irme.... Cuente con que pienso en usted á todas horas y me preocupo de su suerte. Gillespie dejó al profesor en la arena, para no prolongar más el tormento de su inquietud.

Bajè tierra con la gente pegar fuego, siguiendo los reconocimientos de la calidad del terreno, y á la noche volví bordo.

A lo que dijo don Quijote: -Caballero andante he de morir, y baje o suba el Turco cuando él quisiere y cuan poderosamente pudiere; que otra vez digo que Dios me entiende. A esta sazón dijo el barbero: -Suplico a vuestras mercedes que se me licencia para contar un cuento breve que sucedió en Sevilla, que, por venir aquí como de molde, me da gana de contarle.

Pues en cuanto bajé del caballo vi aparecer al «ñato», a otro individuo que parecía peón, a una señora de buen aspecto y alguien más... no me acuerdo... que me miraron desde una distancia y se alejaron en seguida, en momentos en que la «Pampita» me tendía la mano y me saludaba como a un viejo amigo, ofreciéndome asiento.

A lo que dijo el viejo: -Yo, señor, confieso que me los prestó, y baje vuestra merced esa vara; y, pues él lo deja en mi juramento, yo juraré como se los he vuelto y pagado real y verdaderamente.