United States or Mayotte ? Vote for the TOP Country of the Week !


Fernando, sin bajar del break, refería esto con cierto aire de indiferencia y hasta con buen humor, mientras Raquel exclamaba, sacándose el tul de la cara: ¡Qué pena para mamá! Adriana vio venir a su madre y corrió hacia ella, muy alegre: "¡Una desgracia, mamá!" Pero al decir esto se sobrecogía por la idea de su propia perversidad.

Estraordinaria suele ser la desolacion que causa entre los habitantes de las regiones calurosas la aparicion de este viento, el cual hace bajar inmediatamente la temperatura como de quince á veinte grados, sobre todo cuando sopla despues del viento abrigado del norte.

Pero los sátiros de pantalón encarnado las persiguen con saña, las atrapan aquí y allá y las traen cautivas enmedio de risotadas odiosas. Mientras tanto la pobre Consuelo, encima del árbol y bloqueada por tres de estos silvanos voluptuosos, se niega terminantemente a bajar mientras no se alejen por lo menos cincuenta varas. Ellos ¡los crueles! se niegan.

Adivinole por los hábitos al bajar de un wagón, y acercándose a él, previos saludos y frases que puede figurarse quien desee más detalles, le llevó al palacio en un simón, y presentole a los señores.

No dejó de caerme en gracia el ridículo personaje, y al bajar al patio y verlo desde allí, noté que se hallaba emplazado sobre el corredor, precisamente encima del sitio en donde a aquel daba acceso a la puerta-ventana de mi dormitorio. La huerta de la finca, extensa y feraz, llamó mi atención por su aspecto oriental, debido en gran parte, a una alberca con surtidor que en ella había.

Cuando salía de la escena, venía presurosa a sentarse al lado de su novio, que se dignaba acogerla a veces con una sonrisa soberana, otras con indiferencia olímpica. Yo estaba escandalizado. Una vez me acerqué por detrás y escuché lo que hablaban. Clotilde llevaba la palabra sosteniendo con calor que el Subir bajando o el Bajar subiendo de Inocencio era mejor que Un drama nuevo.

Pero el verdadero adorno de ella son los rostros expresivos de las niñas indígenas, que allí pueden verse con más comodidad y espacio que en ninguna otra parte. Es el teatro aristocrático de Andalucía. Las damas que allí asisten, vestidas con esplendidez y gusto, pueden mirar sin bajar la cabeza a las abonadas del teatro Real de Madrid.

Evoca una visión reciente: su llegada á Monte-Carlo después de haber vivido mucho tiempo en un hospital. Al bajar del tren, Toledo examina con emoción el brazo mecánico que disimula imperfectamente el brazo amputado. Ha sufrido varios meses las consecuencias de una herida fatal y estúpida, recibida sin gloria pocos días antes del armisticio.

Amaury metió las pistolas en un cajón de la mesa, cerró éste y guardose la llave en el bolsillo. Hecho esto se vistió para el entierro y al bajar luego al salón se encontró con el doctor que había pasado la noche velando el cuerpo de su hija.

Más allá, en un espacio ancho y alumbrado por enorme ventana con reja, las cuerdas de ropa puesta a secar nos obligaban a bajar la cabeza para seguir andando. En las paredes no faltaban muñecos pintados ni inscripciones indecorosas. No pocas puertas de las viviendas estaban abiertas, y por ellas veíamos cocinas con sus pucheros humeantes y los vasares orlados de cenefas de papel.