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Si el tránsito por las calles interiores la ciudad es desigual y desapacible, á causa, de las subidas y bajadas, la tristeza de las callejuelas tortuosas y el aspecto poco agradable de la generalidad de los edificios, muy al contrario, el espectáculo que se domina desde los puntos culminantes de las colinas es encantador, sea que se abarque con la vista la extension del lago y de las montañas que lo rodean, coronadas á lo léjos de nevados, sea que se torne la mirada en derredor de la ciudad misma, por su risueño término, ó en direccion á los graciosos montes del Jorat.

Esperamos también, puesto que soñamos en el porvenir y hacia él se dirigen nuestras miradas, que los ingenieros encargados de la regularización del arroyo, sabrán hacer del gran depósito líquido de alimentación, no una charca vulgar con sus playas malsanas y aguas corrompidas, sino un lago puro y encantador, sembrado por grandes árboles y bordado de plantas acuáticas, para que el artista, lo mismo que el labrador, experimente un gran placer al contemplar las aguas cristalinas bajadas de la montaña.

Para que los oficiales pudiesen avanzar sin bajadas y subidas, unos tablones formando andamio estaban tendidos de puerta á puerta. Al ver los soldados al jefe se formaban en fila. Sus cabezas quedaban al nivel del talle de los que iban pasando por los tablones. Desnoyers miró con avidez á todos estos hombres. ¿Dónde estaría Julio?... Se fijó en la fisonomía especial de los diversos reductos.

Todo eso tiene un encanto indefinible, un aspecto de dulce tranquilidad, de candor y bienestar que seduce ó halaga como una égloga viviente. Si las ondulaciones del terreno producen una constante sucesion de subidas y bajadas, que le van procurando al viajero mil sorpresas agradables, las vueltas del camino contribuyen tambien á los cambios instantáneos de paisaje y horizonte.

Recomiendo á los que tengan que costear los senos de Tayabas, cuenten con las mareas antes de que se empuñen los remos, pues es muy fácil queden encallados entre medréporas y arenas si no aprecian debidamente las subidas y bajadas de las aguas.

De bajadas «pendias», no se diga: aquello fue despeñarse más que bajar. Cuando menos lo esperaba, me encontré en el Puerto, que me pareció menos interesante que la primera vez, porque le veía a la inversa de entonces, con la línea insulsa de la sierra baja por gran parte de su fondo, en lugar de las grandiosas montañas que en esta segunda visita iban quedando a mi espalda.

Vadeos, precipicios, quebradas, desmontes y derrumbaderos es lo que se encuentre entre la balsa de Mauban y la visita de Sampaloc, en donde termina el Balete, ó sea el monte que divide las jurisdicciones de Mauban y Lucban. Hasta Sampaloc generalmente se emplea la hamaca, muchos van á caballo, pero es peligroso y molesto por las continuas bajadas.

Por la mañana me puse en marcha para el Totoral Chico, distante 10 leguas cortas: el camino es regular, de suaves bajadas y subidas, campos de bosque y árboles muy poblados por todas partes, dejando por muchas partes el camino, incapaz de pasar carruages: el terreno arenoso en la superficie, y tierra negra en el fondo.

Huertas deleitosas, jardines encantadores matizaban la sierra donde estás sentada; bullian donde quiera entre los pomposos ramajes de tus árboles aguas cristalinas bajadas de lo alto de los cerros, estraidas de las mas hondas concavidades de la tierra.

Tiene sus curvas y sus remolinos, sus bajadas y sus crecidas, sus durmientes, sus rápidas y sus cataratas.