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La verdad, yo, que gobiernen unos o que gobiernen otros, no lo noto nunca... Y aquí me tiene el lector, ignorando si estoy gobernado por Maura, por Sánchez de Toca o por Romanones. En casa no lo notamos. Las patatas cuestan lo mismo. El alquiler no baja. Los guisos salen igual...

Al quedarse sola Cristeta se sentó en una silla baja de hacer labor, y tapándose los ojos para no ver las cosas de este mundo, se puso voluntariamente soñadora, pareciéndole ver a don Juan, también solo en su casa, triste, malhumorado, vuelto hacia ella el pensamiento y sintiendo lo que jamás hasta entonces ninguna otra mujer le hizo sentir.

Calla ordenaron de pronto los ojos elocuentes. Y Sardiola obedeció. Era que entraban Duhamel, Miranda y Perico. Duhamel examinó con minuciosidad aquella pieza, y declarola, en su jerga luso-franca, abrigada, cómoda, baja asaz y ventilada mucho, y en todo conveniente para la enferma.

Estaban en la región abierta, ligeramente ondulada, que caracteriza la costa en aquel país. El P. Gil, silencioso, caminaba con la cabeza baja, levantándola de vez en cuando para enderezar su mirada vaga, perdida, hacia lo lejos, a las tierras rojas y a las rocas peladas que festonaban la orilla del mar. El sol moría despidiendo su última llamarada, que enrojecía una parte del horizonte.

Este Caromostafá y Luchalí vinieron aquella noche en una barca á reconocer nuestras galeras, y dieron nueva al Bajá cómo las dejaban surtas.

Cuando el astro tocó al término de su carrera, una banda vaporosa y ondeada que bordaba á lo lejos el límite del extremo de los pantanos, purpureóse de repente con la luz del incendio y guardó por un momento la irradiada transparencia de una nube surcada por el rayo; hallábame entregado todo entero á la contemplación de este cuadro verdaderamente sellado por la grandeza divina, y que atravesaba como un rayo más el recuerdo de César, cuando una voz baja como oprimida murmuró cerca de : ¡Dios mío, esto es magnífico!

Cuando la moneda hubo marcado el lugar de cada uno, don Marcos colocó al príncipe delante de una espada. Marqués: el sombrero dijo en voz baja. Lubimoff, comprendiendo esta indicación, se despojó del sombrero, arrojándolo á gran distancia.

A un gaznápiro con faldas, aunque pertenezca a la familia más baja, se le admitirá en las mejores familias; aunque no posea un céntimo, no le desdeñarán los más ricos; aunque sea un sandio, le escucharán los políticos y los académicos; aunque sea más feo que Picio, le mirarán hasta con embeleso las más hermosas mujeres. Todo depende de que él sepa manejarse.

Llamó desde luego la atención de los transeúntes un ciego que no cantaba peteneras o malagueñas, y muchos hicieron círculo en torno suyo, y no pocos, al observar la maestría con que iba venciendo las dificultades de la obra, se comunicaron en voz baja su sorpresa y dejaron algunos cuartos en el sombrero, que había colgado del brazo.

Esta hendidura debe comunicar con las galerías de allá dentro, donde está el resoplido que sube y el chorro que baja. De día podrá usted verla perfectamente, pues basta trepar un poco por las piedras del lado izquierdo, para llegar hasta ella. Hay un cómodo asiento. Algunas personas tienen miedo de acercarse; pero la Nela y yo nos sentamos allí muy a menudo a oír cómo resuena la voz del abismo.