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Los turcos tenían aviso ya de lo que padecían, y así por apretallos más, á los 8 de junio, al alba, el Bajá había mandado poner en orden todos los esquifes del armada y algunas fragatas armadas y barquillas con esmeriles y mosquetes y banderetas, con 2.500 turcos, y así vinieron á la vuelta de las galeras, y Dragut envió por tierra otros 4.000 turcos y moros, porque en aquella sazón menguaba el agua, y así dieron el combate á las galeras por un gran rato, sin poder llegar á ellas, porque estaban muy bien proveídas de soldados franceses, italianos y españoles, los cuales las defendieron muy valientemente, y mataron é hirieron más de 400 turcos, entre los cuales fueron muertos más de 25 á 30 capitanes de galeras y arraezes, como ellos se quejaban y decían públicamente.

En medio de la habitación había una mesa pequeña y baja, en la que ardía un velón de cuatro mecheros; junto a la mesa estaban sentados el hermano Gabriel, haciendo sus espuertas de palma; Momo, que remendaba el aparejo de la buena Golondrina, y Manuel, que picaba tabaco.

La habitación en que me hospedaron era ancha por la boca, baja y cerrada por el fondo, en forma de ataúd, lo cual revelaba en el arquitecto que construyó la casa ciertos sentimientos ascéticos que no he podido comprobar. La cama igualmente parecía descender en línea recta del lecho que usó San Bruno.

Hasta las rejas de la planta baja, devoradas de orín, subían las plantas parásitas, y festones de yedra seca y raquítica corrían por entre las junturas desquiciadas de las piedras.

Hace más de dos meses que no baja a la catedral ni le ven los canónigos. La última vez que una comisión de éstos fue a palacio, la servidumbre tembló.

Dice cosas muy graciosas de los franceses apuntó el intérprete en voz baja . Pero no son ofensivas. Julio había adivinado algo de esto al oir repetidas veces la palabra franzosen.

Esta división duró de tal manera en lo sucesivo, que aquélla, baja ya y grosera farsa, fué destinada á divertir al pueblo, mientras que los poetas más instruídos consagraron á éste sus esfuerzos.

Este dios jamás baja á la iglesia á oir las súplicas de sus devotos, porque su oficio nunca le da treguas, pues á todas horas tiene viandantes que pasar.

Y con mano febril, por donde se podía adivinar el grado de apasionamiento a que el brigadier había llegado, sacó del bolsillo una cartera y de la cartera un retrato de mujer, que puso delante de los ojos a su hijo. Mírala, ¿te gusta? Miguel la echó una rápida mirada por complacer a su padre y bajó la cabeza en señal afirmativa. Vamos dijo el brigadier en voz baja y temblorosa, dala un beso.

Cuando no teníamos mucho tiempo ni gran seguridad, avanzábamos sobre un banco de arena, en la marea alta, y en la baja, cuando se retiraba el agua, limpiábamos con una escoba de brezo lo que se podía.