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Guardó silencio nuestro hermano mientras duró el mensaje, y tomando la carta vió que el verdadero padre de Juan, aunque con un sentido doble, por el cual aunque se hubiera perdido aquella carta no se hubiera perdido el secreto, le suplicaba enviase á Alcalá á hacer los estudios que más le agradasen á Juan, bajo la vigilancia del bachiller Gil Ponce, hombre de virtud y conciencia, en quien podía confiarse enteramente.

En el día, por fortuna y merced a demostraciones que sería prolijo exponer aquí, ha venido a desecharse la creencia en la pluralidad de autores y a tenerse por averiguado que el bachiller Fernando de Rojas fue el único autor de todo el libro.

Digo, señor, que querría que vuesa merced me diese trecientos o seiscientos ducados para ayuda a la dote de mi bachiller; digo para ayuda de poner su casa, porque, en fin, han de vivir por , sin estar sujetos a las impertinencias de los suegros. -Mirad si queréis otra cosa -dijo Sancho-, y no la dejéis de decir por empacho ni por vergüenza. -No, por cierto -respondió el labrador.

Recibió el grado de bachiller para entrar en la carrera eclesiástica; «pero el amor lo cegó de tal manera, que se olvidó de todoEs de presumir que alude á las relaciones amorosas, que tan bien describe en La Dorotea, á lo menos en lo substancial, y que corresponden á la juventud de Lope, puesto que en otros muchos pasajes de sus escritos, y especialmente en la segunda parte de Filomena, alude á ellas.

Adiós, Andrés. Tu amigo. El Bachiller. ¡Qué país, Andrés, el de las Batuecas! ¡Cuánto no promete! ¿De mi amistad exiges que siga poniendo en tu noticia la que de este extraordinario suelo pueda alcanzar a tener? ¿Gustote mi primera epístola?

Y, finalmente, dieron con ellos en el bosque, donde les sucedió todo lo que el prudente ha leído; y si no fuera por los pensamientos extraordinarios de don Quijote, que se dio a entender que el bachiller no era el bachiller, el señor bachiller quedara imposibilitado para siempre de graduarse de licenciado, por no haber hallado nidos donde pensó hallar pájaros.

Bachiller por los jesuitas del Ateneo y abogado por los dominicos de la Universidad de Santo Tomás, de Manila. Escribió versos desde muy joven, casi siempre ofrendados a la dama con quien luego casó. Hace años vive en la isla de Negros, consagrado al ejercicio de su carrera y a los negocios agrícolas, sin trato con las musas.

Fueron luego conocidos los dos del cura y del bachiller, que se vinieron a ellos con los brazos abiertos.

Pidióle el duque que si le hallase, y le venciese o no, se volviese por allí a darle cuenta del suceso. Hízolo así el bachiller; partióse en su busca, no le halló en Zaragoza, pasó adelante y sucedióle lo que queda referido.

Era este bachiller un valiente sujeto, con atrevimientos de poeta y realidades de bravo, y lo que mejor tenía y le hacía en ocasiones útil y necesario, era que se sabía de memoria la vida y milagros, y la habitación y las costumbres, y hasta lo mínimo de los que en Sevilla y en sus alrededores vivían y algo valían.