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¡Tío...! ¡Don Gabriel...! decía con voz mimosa . Entren ustedes; dentro de casa estarán mejor; miren que, aunque hace sol, la tarde es fría. Pero el tío no prestaba atención a estas palabras y seguía paseando por el lado del claustro bañado por el sol, hablando campanudamente de su tema favorito: de la pobreza presente de la catedral y su grandeza en otros tiempos.

Atrevióse el inglés, de engaño armado Porque al león de España vió en el nido, Las uñas en el ámbar, y vestido, 1065 En vez de pieles, del tusón dorado. Con débil caña, no con fresno herrado, Vió á Marte en forma de español Cupido, Volar y herir en el jinete, herido Del acicate en púrpura bañado. 1070

Callese aqueste tormento, Que segun me es enemigo No llegará lo que digo A un punto de lo que siento. Ponderese mi dolor Con decir, bañado en lloros, Que mi cuerpo está entre moros, Y el alma en poder de amor. Del cuerpo y alma es mi pena, El cuerpo ya veis qual va, El alma rendida está A la amorosa cadena.

Sólo dos seres, los más débiles e indefensos, Paquito y Lilí, resistían a la voluntad omnipotente del desvergonzado parásito, a quien el instinto de ángel de ambos niños representaba siempre como un reptil bañado por los rayos del sol, brillante a la vez que asqueroso.

Pues eso fue cabalmente lo que hizo, apretando a la hija de sus entrañas con un abrazo y estrechando con la otra mano la del marqués de Peñalta. Vosotros no me abandonaréis, ¿verdad, hijos míos? dijo el anciano levantando su noble rostro varonil bañado en lágrimas. Ricardo estrechó con más fuerza su mano. Marta apretó con más fuerza su cuello.

Saliendo de San-Pedro, se camina hácia el este como una legua de llanuras hasta pasar por un puente el arroyo de Tamucu, no léjos del cual se encuentra el puerto en un bañado bastante grande, sobre cuyos bordes aparece la casucha del guarda: se andan todavía tres cuartos de legua, cruzando por este bañado hasta que se presenta el Mamoré, el cual se costea hasta la embocadura del rio Tijamuchi, situado sobre la ribera izquierda.

Empezó á descargar una nube de preguntas sobre la cabeza del mayordomo. ¿Había estado en la romería el año anterior? ¿Había venido con alguna muchacha? ¿Qué casa era aquella que se veía del lado allá del río? ¿Habría salmones en el pozo que tenían á sus pies? ¿Cuántas veces se había bañado ya desde que empezó el verano? ¿Cuántos años tenía el Canelo? ¿Era buen cazador?

Pero ella no podía contestar, sofocada por el llanto, hasta que por fin, con las palabras sacudidas por un hipo doloroso, comenzó a hablar, abatida, inerte, ocultando en un hombro de su amante su rostro bañado en lágrimas. No podía más; el martirio resultaba abrumador, le era imposible fingir por más tiempo. Conocía como él lo que hablaban en la ciudad de aquellas entrevistas.

Nada, yo tengo la seguridad de que no dura más de doscientos pasos y de que el corte de la Peña se encuentra á estas horas bañado por el sol... Pero si tienes miedo á la humedad podemos volvernos... No, no... de ningún modo... ¿Crees que vamos á ver el sol de veras?... Pues adelante.

Un extraño temblor le hizo dar diente con diente; sintió la frente bañada por un sudor frío; se le turbó repentinamente la vista, y cayó al suelo sin conocimiento. Cuando lo recobró, estaba en brazos del sacristán y dos o tres labriegos que por allí andaban. Le habían bañado la cara con agua fría, le abrieron la sotana y le quitaron el alzacuello. Uno le echaba el humo del cigarro a la nariz.