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De paso habló de túneles submarinos, mencionó un proyecto de don Custodio, recordó la ilustracion y los largos viajes del sacerdote. Despues y para formar contraste, la pintura del ladron: miedo, locura, azoramiento, torva mirada, facciones desencajadas y ¡fuerza de la superioridad moral de la raza! ¡su respeto religioso al ver allí congregados á tan augustos personajes!

Al atravesar la calle de Santa Feliciana, Fortunata creyó ver... juraría... Le corrió una exhalación fría por todo el cuerpo. Pero no se atrevía a mirar para atrás con objeto de cerciorarse. Probablemente no era más que delirio y azoramiento de su alma, motivados por las mil andróminas que le había contado Mauricia. Llegaron, y como todo estaba preparado para pernoctar, nada echaron de menos.

Su patria, su residencia ordinaria, los antecedentes de su conducta, su modo de vivir en la actualidad, el lugar donde se hallaba cuando se cometió el asesinato, testigos que le vieron en las inmediaciones del sitio en que se encontró la víctima; su traje, estatura, fisonomia, señales sangrientas que se han notado en su ropa, el puñal escondido, el azoramiento con que llegó á deshora á su casa pocos momentos despues del desastre, algunas prendas que se han encontrado en su poder, y que se parecen mucho á otras que tenia el difunto, sus contradicciones, su reconocida enemistad con el asesinado; aquí los términos medios, ó mas bien un conjunto de circunstancias que han de indicar si el preso es el verdadero asesino. ¿Y para qué aprovecharán las reglas del silogismo?

Algunas derramaban lágrimas de azoramiento más que de gratitud, porque su situación entre los poderosos de la tierra y ante la caridad de etiqueta que las favorecía, más era para humillar que para engreír.

Concluía la charlatana vieja su perorata, cuando ocurrió un suceso tan extraño, fenomenal e inaudito, que no podría ser comparado sino a la súbita caída de un rayo en medio de la comunidad mendicante, o a la explosión de una bomba: tales fueron el estupor y azoramiento que en toda la caterva mísera produjo. Los más antiguos no recordaban nada semejante; los nuevos no sabían lo que les pasaba.

El cochero espera la orden... Que se vaya, que vuelva a las cuatro. Y se dirigió a la puerta, para retroceder al momento... ¡Qué tontería! Quizá en alguna de aquellas otras cartas que había olvidado en su azoramiento vendría algún dato, alguna explicación de la estúpida broma del sellito.

Y esta alusión al arma, que era como un nuevo miembro siempre unido a su cuerpo, le devolvía su gravedad. Miraba a todos lados con cierto azoramiento. Notábase en su cara el recelo, la costumbre de vivir alerta, sin fiarse de nadie, sin otra confianza que la del propio esfuerzo, presintiendo a todas horas el peligro en torno de su persona. Un gañán atravesó la cocina marchando hacia la puerta.

El descrédito de su casa, la vergüenza y el azoramiento en que desde entonces vivían, y por último, la falta del auxilio pecuniario que D. Carlos les daba, precipitaron de tal modo su decadencia, que bien pronto se vieron en aquel término lastimoso en que la estrechez se confunde con la miseria.

Los automóviles llegaban y partían con mayor rapidez; se notaba desorden y azoramiento en el personal. Sonaban los teléfonos con una precipitación loca; los heridos parecían más desalentados. El día anterior los había que cantaban al bajar de los vehículos, engañando su dolor con risas y bravatas. Hablaban de la victoria próxima, lamentando no presenciar la entrada en París.

Hízolo así al cabo, rasgando el sobre por completo, y a la duda sucedió entonces en él la sorpresa y el azoramiento; encontróse con un pliego en blanco, de papel muy recio, doblado por la mitad en dos partes: en la superior destacábase, cuidadosamente pegado con goma, un gran sello de lacre verde, del diámetro de medio duro... Al pronto no distinguió bien Jacobo lo que era aquello; llegaba la luz muy debilitada, filtrándose por los visillos del balcón y la gran cortina de tul bordado, en una sola pieza, que arrancando de los lambrequines de damasco amarillo llegaba hasta el suelo barriendo la alfombra.