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Pero necesita para elaborar grandes cosas un teatro diverso del que tiene: dejar los misterios del gabinete por la plaza pública, fortificando su temple en las pruebas azarosas de la vida realmente popular del ciudadano activo.

El capitan era un señor de aspecto bondadoso, bastante entrado en años, antiguo marino que en su juventud y en naves más veleras se había engolfado en más vastos mares y ahora en su vejez tenía que desplegar mayor atencion, cuidado y vigilancia para orillar pequeños peligros... Y eran las mismas dificultades de todos los días, los mismos bajos de cieno, la misma mole del vapor atascada en las mismas curvas, como una gorda señora entre apiñada muchedumbre, y por eso á cada momento tenía el buen señor que parar, retroceder, ir á media máquina enviando, ora á babor ora á estribor, á los cinco marineros armados de largos tikines para acentuar la vuelta que el timon ha indicado. ¡Era como un veterano que, despues de guiar hombres en azarosas campañas, fuese en su vejez ayo de muchacho caprichoso, desobediente y tumbon!

Semejante pensamiento devolvió a Perucho toda la actividad y energía que acostumbraba desplegar para el logro de sus azarosas empresas en corrales, gallineros y establos. Escurrióse bonitamente de la capilla, resuelto a salvar a toda costa la vida de la heredera de Moscoso. ¿Cómo haría?

Yo conozco esas lágrimas y juro que son de penas hondas... A veces, cuando el cielo está sereno y la noche reposa, levanto al firmamento la mirada y pálidas las veo y ojerosas...! ¿Hay penas allá arriba? Y si penas no hay, ¿por qué sollozan? ¡Las estrellas son almas que vivieron errantes y azarosas, informando unos cuerpos de materia podrida y hedionda...! Marzo, 1916. Contemporánea. A ESPA

Y Pinzón juega en todo esto el papel de un traidor cauteloso, que fomenta los miedos ridículos de una marinería acostumbrada a navegaciones más azarosas... En el relato de su viaje, el Almirante, que era de carácter receloso y muy dado a ver traiciones y asechanzas en todas partes, no dice una palabra de intentos de revuelta, y varias veces, durante la navegación, aproxima su nave a la de Martín Alonso, le llama, entablan amistosa plática desde el puente, y se envían con una cuerda la famosa carta de Toscanelli para esclarecer sus dudas.