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Pero una noche la volví a ver completamente clara, por decir así, la noche en que velaba a la pobre Bessey Fawkes, que murió dejando a sus hijos en esta tierra que Dios los ayude ; el asunto que digo, se me apareció tan claro como la luz del día.

Cabalmente, la ordenación nos impone deberes más estrechos que a los demás cristianos, y es doblemente difícil que uno de nosotros sea bueno. Y para serlo del modo que requeriría el camino de perfección en que debemos entrar al ordenarnos de sacerdotes, se necesita, aparte de nuestros esfuerzos, que la gracia de Dios nos ayude. Ahí es nada.

Pretenden que su joven hija se le parece; pero de ese modo piensan las personas que no saben las cosas que pasaron antes de que ellos nacieran. En cuanto a , debo saberlo bien, porque ayudé al viejo pastor señor Drumlow. Dicho esto, el señor Macey hizo una pausa. Despachaba su relato por entregas, haciendo pausas para ser interrogado, según la costumbre.

No debo más, y encantos afuera, y Dios ayude a la razón y a la verdad, y a la verdadera caballería; y cierra, como he dicho, en tanto que hago señas a los huidos y ausentes, para que sepan de tu boca esta hazaña.

38 Y aconteció que yendo, entró él en una aldea; y una mujer llamada Marta, le recibió en su casa. 39 Y ésta tenía una hermana que se llamaba María, la cual sentándose a los pies de Jesús, oía su palabra. 40 Pero Marta se distraía en muchos servicios; y sobreviniendo, dice: Señor, ¿no tienes cuidado que mi hermana me deja servir sola? Dile pues, que me ayude.

Confiad en , que ni duermo ni reposo, que estoy siempre alerta, y que como decís muy bien, soy el mochuelo del alcázar, y que contando con vos, don Francisco, nada temo. Don Rodrigo se nos escapa; pero juro á Dios, que como el diablo no le ayude... Diablo y aun diablos debe tener al lado, cuando esta noche no ha dado con él al traste el bravo Juan Montiño.

Vamos, señora Bonnivet dijo bruscamente a la tía, que entraba en aquel momento en el gabinete; ayude usted a vestir a su sobrina; póngala lo que tenga más elegante, más nuevo y más rico. Gracias al Cielo y al señor Conde, no le faltan trajes lindísimos. Bien, bien; despáchese, que tenemos prisa.

Sr. de Santorcaz añadió con grave comedimiento el Gran Capitán , ya sabe usted que un hombre como yo, testigo de cien combates, no se traga ruedas de molino, y todas esas heroicidades del general Pitos y del general Flautas las vamos a ver de manifiesto ahora, , señor. Y supongo que usted habrá venido para ponerse de parte de ellos, pues quien tanto les alaba y admira es natural que les ayude.

Resígnese y sufra, y no pretenda que la ayude nadie a enmendar los decretos de Dios. » ¡Mujer, mujer! exclamó aquí el bueno del marido , ¡caridad siquiera! » ¡Oh!, déjela usted decir, que no me duele por lo que de ello me toca: eso y más merezco. «Quien la hizo, que la pague»: ha dicho muy bien esta señora; nada más justo.

El argumento de la fábula es, en pocas palabras, el siguiente: Dos caballeros españoles, amigos, Don Jerónimo y Don Pedro, se encuentran tras larga separación en Zaragoza, en cuya ciudad se celebraban diversas fiestas, para solemnizar la vuelta á España de Carlos V. Don Jerónimo dice á su amigo, en confianza, que una dama, llamada Doña Violante, ha inflamado su corazón con un amor ardiente; pero que los celos le atormentan, sospechando, por algunos indicios, la existencia de un rival, que también la ama; finalmente, ruega á Don Pedro que le ayude á descubrirlo.