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Era él, Santa Cruz, el mismo, vestido de americana y hongo. Detúvose en la puerta buscando con la vista su carruaje. Las dos luces brillaban allá arriba. Dirigiose hacia Cuatro Caminos... Detrás, avivando el paso, el odio personificado en Maximiliano. La vía estaba solitaria. Pasaba muy poca gente, y hacía bastante frío.

Vaya dijo Lázaro, afectando incredulidad para saber más, algún motincillo insignificante.... ¿Motincillo? Algo más dijo el otro, sentándose y avivando con una badila el escaso fuego que en un brasero había. Robespierre subió sobre sus rodillas de un salto y se acurrucó allí con admirable franqueza republicana. Pues yo voy también allá dijo Lázaro, deseando que Pinilla desembuchara.

La soledad nocturna vino otra vez, pero no don Jorge. Trajo otra vez la tempestad y la nieve con sus torbellinos. Avivando el expirante fuego, vio la Duquesa que alguien había apilado a la callada contra la choza, leña para algunos días más. Sus ojos se llenaron de lágrimas, pero las ocultó a Flora. Dominadas por el terror, aquellas vírgenes durmieron poco.

«Diga ella lo que diga, ¡adelante! pensó . Necesito verla, aunque sea para recibir insultos.» Y fué avanzando con lentitud por los caminos de la estancia. De pronto su caballo se mostró inquieto, avivando el paso y deteniéndose á continuación, como si pretendiera encabritarse.

Y avivando el paso, mandó á todos le siguiesen: en efecto, logró atravesar aquel estrecho sin resistencia, y salir á otra quebrada mas espaciosa, donde tuvo ya lugar la imaginacion para concebir fundadas esperanzas de un éxito feliz.

Yo te lo voy a enseñar bien a usted, patrón le decía. Tiene tiempo respondía Cooper. Pero en esos días abrumadores la visita de Fragoso avivando el recuerdo de aquello Cooper le entregó su perro a fin de que le enseñara a correr. Corrió, sin duda, mucho más de lo que hubiera deseado el mismo Cooper.

¿Que vous semble-t-il? ¿Qué le parece á usted? preguntó la señora, avivando un tanto los ojos, y marcando mucho las palabras, con cierta expresion orgullosa. Me parece, señora, la contesté, que aquello es un lugar de triunfo y de alegría, no de sacrificio, de meditacion y de recogimiento. Es una Vénus, no una Magdalena; un festin, no una lágrima.

Estas cosas daban a Fortunata alegría y esperanza, avivando los sentimientos de paz, orden y regularidad doméstica que habían nacido en ella. Con ayuda de la razón, estimulaba en su propia voluntad la dirección aquella, y se alegraba de tener casa, nombre y decoro.

Currita comenzó a sospecharlo y se puso muy pálida; la escena terrible de su estudio, cuando el niño se había arrojado sobre Jacobo como una fiera sedienta de sangre, acudió a su memoria con gran viveza, estremeciéndola de espanto, infundiéndole esa especie de terror retrospectivo que causa un peligro pasado, despertando en su alma el aguijón de un remordimiento, avivando en su corazón el dolor de una herida chorreando aún sangre... ¡Oh! ¡Ya no tenía que hacer el pobre niño aquella cosa muy grande, muy grande, porque otra mano más culpable le había tomado la delantera en la esquina de Recoletos!...

No me preguntes nada repetí avivando el paso . Lord Gray... Yo tuve más suerte que él en el duelo. Mañana dirán que el honor... pues... me pondrán por las nubes... ¡Infeliz de !... El desgraciado cayó bañado en sangre; acerqueme a él y me dijo: «¿Crees que he muerto? ¡Ilusión!... yo no muero... yo no puedo morir... yo soy inmortal...». ¿De modo que no ha muerto?