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Después de haberme perdido... ¡Dios mío! yo no cómo puedo mirarte á la cara, ¡miserable! ¡conque es decir que si su majestad come de la perdiz...! ¡Os ahorcan! y por eso yo avisé á vuestra mujer; como no estábais en la casa, vuestra mujer procuró salvarse, y salvar vuestro caudal... dejamos encargado á cierta persona que os avisara, pero sin duda no ha dado con vos.

Ya te avisará Robustiana... Linón te habrá puesto jamugas en el caballo, ¿verdad?... ¿No?... Bien, bien, ya que montas perfectamente, pero ten cuidado, hija, no vayas á caerte. Que te acompañe Manolete de espolista para traer luego el caballo... Adiós, hija, adiós... No te des atracones de avellanas; ya sabes que te hacen daño...

El teniente mandó a un marinero que avisara al contramaestre, y, cuando vino éste, le dijo lo que tenía que hacer para llenar el aljibe con el agua de la lluvia. La cordialidad entre nosotros y los de fuera iba estableciéndose, pero aun no estábamos muy seguros.

Bajo la tejavana, ó portal, que se extendía á todo lo largo de dos fachadas de la iglesia, como en todas las de las aldeas de la Montaña, estaban reunidos y en espera del toque de campanilla que les avisara la salida del sacerdote al altar, todos los viejos, jóvenes y niños del lugar que no tenían un impedimento justificado que los eximiera de aquella obligación de conciencia.

Nuestro Rey el Emperador Cárlos V. pasó por Paris y se puso en las manos de su mayor émulo, fué su confianza tan alabada como la de Francisco; pero si la Reyna Leonor no avisara á Cárlos su hermano de lo que se platicaba, fuera la confianza juzgada por temeridad y la por engaño, con que claramente se muestra, que alabamos, ó vituperamos por los sucesos, no por la razon.

En parte me dio gana de reír, pero por no detenerme, que se me hacía tarde, le dije: -Señor, esta premática es hecha por gracia, que no tiene fuerza ni apremia, por estar falta de autoridad. ¡Pecador de ! -dijo muy alborotado-, avisara V. Md. y hubiérame ahorrado la mayor pesadumbre del mundo. ¿Sabe V. Md. lo que es hallarse un hombre con ochocientas mil coplas de contado y oír eso?

Ya sabeis que el rey mi esposo llevó á mal que fuéseis el mas amable de todos los hombres, y acaso por este motivo tomó una noche la determinacion de mandaros ahorcar, y darme un tósigo; y tambien sabeis que los cielos compasivos dispusiéron que me avisara mi enano mudo de las órdenes de su sublime magestad.

Empero, después de mucha persuasión, conseguí que consintiera en que se le avisara al hombre misterioso el puesto que debía ocupar, y que lo recibiera sin dar a conocer el menor signo de disgusto o antipatía.

Maletas por todos los rincones, mundos que pueden contener una casa; de trajes de seda... ¡la mar!; sombreros, no cuantos; estuches sobre todas las mesas con diamantes que quitan la vista; y todavía la maldita encargó a Cupido que avisara al jefe de estación para que envíe, así que llegue, lo que falta por venir; el equipaje gordo, un sinnúmero de bultos que llegan de muy lejos, del otro rincón del mundo, y cuestan un capital por su traslado... ¡Y, eche usted!... ¡Claro! ¡Para lo que le cuesta de ganar!

Oh pecador de ! dijo muy alborotado . Avisara vuestra merced, que me hubiera ahorrado la mayor pesadumbre del mundo. ¿Sabe vuestra merced qué cosa es hallarse un hombre con ochocientas mil coplas de contado, y oír esto? Prosiga vuestra merced, y Dios se lo perdone el susto que me dió."