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Un extraño rumor que comenzaba a circular por los salones vino a detenerle al borde del abismo, más profundo que el agitado mar, sepulcro de la Safo auténtica, al pie de la roca de Léucades. Susurrábase que allá, en un apartado gabinete, había surgido un lance de honor entre dos personajes de mucha cuenta.

Y si alguien manifiesta sorpresa al verlo, don Juan declara que, no pudiendo hallar imagen auténtica del Dios omnipotente, y pareciéndole un poco tristes los crucifijos, ha colocado en su lugar aquella representación del amor, que es delicia y mantenimiento del mundo.

Conozco la historia auténtica de un excelente Hispano-colombiano, solteron sencillo, que acostumbrado a ver las caras aceitunadas de su parroquia de indígenas, se vino á desaburrirse en Europa. Al llegar nomas á Southampton, el buen descendiente de Colombia, que nunca las había tenido tan gordas, se encontró lelo.

En el testero de enfrente colocada en una urna, existe la cabeza auténtica y embalsamada del célebre y eminente D. Gil Sanchez Muñoz, con una inscripción en un cuadro colocado en el lado izquierdo, del tenor siguiente: «El rostro de este busto, que embalsamado se ha conservado por la familia de los ilustres señores Sanchez Muñoz, barones de Escriche, es del Ilmo.

Aunque en mayor escala, acontece con ellas lo que con el turrón de Jijona, que al instante se conoce la falsificación. Bien puede tener la mas docta cocinera la receta auténtica, exacta, minuciosa, de estas empanadas; apuesto a que no las hace, si no es de mi provincia.

Alemania, en opinión de Nietzsche, no tenía cultura propia por su carencia de estilo. «Los franceses había dicho están á la cabeza de una cultura auténtica y fecunda, sea cual sea su valor, y hasta el presente todos hemos tomado de ellaSus odios se concentraban sobre su propio país. «No puedo soportar la vida en Alemania.

Si aparece, por tanto, alguna edición de 1616, la portada no puede ser auténtica, cosa, por lo demás, no rara, cuando se trata de libros españoles. Parte segunda de las comedias, etc., publicada por el autor: Madrid, 1627, y reimpresa también en Madrid, en 1635.

Esta poesía, que apareció en 1621, se escribió quizás antes de esa fecha. La colección de las comedias de Lope se había aumentado ya hasta formar ocho volúmenes. Como se imprimieron sin la intervención del poeta, adolecían de graves mutilaciones. He aquí el motivo, que le indujo en 1617, á publicar una edición auténtica, que comienza con la parte novena de la compilación.

Lo más importante era el grupo de objetos que colgaba en el lugar de la ausente cruz: un elefante de marfil adquirido por el conde en la India, una moneda auténtica del emperador Constantino encontrada en unas excavaciones en la Anatolia, y un falo de oro con un resorte engendrador de viles contorsiones. La mala suerte quedaba vencida.

La experiencia, el profundo conocimiento de las personas, los viajes y la desgracia, habíanle dado elementos bastantes para construir en su pensamiento una patria muy distinta de la que pisaba, y la inmensa superioridad de esta patria soñada en parangón con la auténtica era en él motivo constante de padecer y aburrimiento.