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Bogotá, capital de Colombia y del Estado de Cundinamarca, hospeda en su seno a las autoridades locales y a las de la nación.

El siglo ha progresado hasta el punto de que los socialistas tienen la pretensión de apoderarse mañana de todo lo que yo poseo, y en medio de esta ruina de todos los derechos, de todas las autoridades y de todas las jerarquías solamente la justicia ha de ser intangible... ¡No, por cierto!

A espaldas del Sacramento se agrupaban las autoridades, y el batallón de los cadetes cerraba la marcha, fusil al brazo, al aire las rapadas cabezas, meciéndose al compás de la marcha.

Así es que, si en el reglamento de censura se prohíbe hablar contra la religión, contra las autoridades, contra los gobiernos y los soberanos extranjeros, y contra otra porción de materias, es porque se ha presumido con mucha razón que era imposible hablar mal de esas cosas, diciendo verdad. Y para mentir más vale no escribir. Todo esto es claro; es más que claro, casi es justo.

Su elevada posición social, su ilustración y el importante papel que hacía en la sociedad sevillana, contribuyeron poderosamente á que su propaganda en favor del protestantismo le diera muchos resultados, logrando, durante bastante tiempo, que ni á las autoridades eclesiásticas ni á las seculares trascendiera su conducta, apesar de la actividad que éstas desplegaban para destruir y aniquilar cuanto en Sevilla tuviera sospecha siquiera de luteranismo.

Este señorón andaba algo picado con el Cabildo Catedral por diversas causas, y deseando hacer ostensión de lo que valía y de cuánto era su poder, el día 14 de Agosto del citado año, en el cual celebrábase en la Basílica sevillana una gran fiesta por cierta bula que había concedido el Papa, y el templo estaba lleno de autoridades, de personajes y de muchos fieles y fielas, presentóse el inquisidor á manera de principote indio, rodeado de criados y seguido de un paje que le llevaba la falda del traje talar.

Por fortuna, Pepe lo comprendió así, y, aunque acibarada el alma, rebosando hiel el pensamiento, resolvió aguantarse. ¿Qué podía hacer? ¿Dejarse llevar por la cólera, promover un escándalo, y tras no conseguir nada ser llevado a la cárcel, si aquellas mujeres requerían el auxilio de las autoridades? ¿Con qué derecho iba a turbar la paz del santo asilo? ¿Por sacar de allí a su madre?

Mucho, muchísimo más podríamos decir respecto á M. Arago, el cual nos consta por fidedignas autoridades, que en el tiempo que residió en las islas, fué objeto de cuantas deferencias y atenciones se le pudieron ofrecer, á pesar de los escasos recursos de la localidad. ¡La ingratitud siempre frente al beneficio!

Su presencia podía excitar de nuevo la irritabilidad del coloso. Un simple destacamento de la Guardia acompañó á las autoridades y al profesor cuando se aproximaron al edificio. Flimnap empezó á dar gritos á la servidumbre para que volviesen todos á ocupar sus puestos, como si no hubiese ocurrido nada. Detrás del rebaño doméstico entró él con sus ilustres acompañantes y la escolta.

Cursó estudios secundarios en el Colegio Nacional de Mendoza; allí encabezó una revuelta estudiantil para obtener reformas de la enseñanza y cambios en las autoridades docentes. En 1876 se trasladó a Buenos Aires, ingresando al Colegio Militar; en 1883 emprendió estudios universitarios, graduándose en Derecho en 1888.