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En esta disposición comenzaba a funcionar la máquina astronómica de don Pío; formado su ejército sideral, se paraba al lado del sol y exclamaba: «Yo soy la tierra», y el buen maestro comenzaba a circular de lado alrededor del entrerriano que, inmóvil y mudo en el centro del círculo, desempeñaba automáticamente el papel del padre del día.

Pero este frío y esta repugnancia se disiparon cuando Romadonga, poniéndole cariñosamente una mano sobre el hombro, le dijo: A las órdenes de usted, amigo Costa. Lo que ahora le acometió fue una extraña sensación de terror, unos deseos atroces, de echar a correr. Levantose, sin embargo, automáticamente y, pálido y trémulo como si le condujesen al suplicio, siguió a D. Laureano.

Ambos buques se saludaron con los bramidos de sus chimeneas y pasaron muy próximos, pudiendo verse los pasajeros de uno y otro. Las bordas estaban ocupadas por figurillas semejantes a muñecos que agitasen automáticamente los brazos con un punto blanco en su extremidad: el pañuelo o la gorra.

Pepita no oyó más: su madre pegó la cabeza á la rejilla, ahogándose las palabras de la penitenta y el confesor en un confuso murmullo. La joven, sentada sobre los talones, sintiendo de la dura carne juvenil la incrustación de los tacones de sus botas, leía en su devocionario automáticamente, mientras pensaba lo que diría al confesor.

Marchó automáticamente al través de las calles, embargado por una honda tristeza que le apretaba el corazón. No era vanidoso ni había cifrado quiméricas esperanzas sobre su obra. Pero había sentido ya el aroma de la gloria; el favor del público le había hecho soñar con adquirir por medio de su arte una posición con que pudiera vivir tranquilamente con su esposa y su hijo.

Recomenzó, automáticamente, sus días de obraje: silenciosos mates al levantarse, de noche aún, que se sucedían sin desprender la mano de la pava; la exploración en descubierta de madera; el desayuno a las ocho, harina, charque y grasa; el hacha luego, a busto descubierto, cuyo sudor arrastraba tábanos, barigüís y mosquitos; después el almuerzo, esta vez porotos y maíz flotando en la inevitable grasa, para concluir de noche, tras nueva lucha con las piezas de 8 por 30, con el yopará del mediodía.

Le había conocido: agradecía sus caricias; recordaba la mano pasada automáticamente por el lomo, mientras conversaba con Leonora en el banco de la plazoleta. Le pareció un buen presagio aquel encuentro, y siguió adelante mientras que el perro volvía a agazaparse en la sombra.

Comprendían que iba a pasar algo decisivo, irrevocable, pero que ni uno ni otro estaban en estado de prever. Habíanse sentado dócil casi automáticamente.

Dentro de poco será capaz de pedir que lo maten automáticamente y que lo desmenucen de un modo científico. Las costumbres patriarcales del cerdo gallego van desapareciendo. El cerdo progresa. Y si esto continúa así, será cosa de recomendar a nuestros políticos que coman cabeza de cerdo a ver si se les pega algo. Uno de los mariscos más dignos de estimación es la vieira.

Delante, marchaba el ataúd en hombros de los mineros, escoltado por mujeres que daban alaridos y se mesaban el pelo con desesperación de gitanas, y detrás don Facundo, montado en su burra, con sobrepelliz y bonete, seguido á pie por el sacristán, al que llamaba su «corneta de órdenes», siempre cantando, pues los parientes ponían reparos á la hora de pagar si cantaba poco, repitiendo automáticamente los versículos del oficio de difuntos, al mismo tiempo que se daba el compás esgrimiendo sobre su cabeza la vara de fresno con que arreaba á la cabalgadura.