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Afortunadamente, «la romántica» se fué antes de que se exteriorizase esta antipatía. Pasaba las tardes fuera de la casa. Luego, al regresar, iba repitiendo opiniones y noticias de amigos suyos desconocidos de la familia. Don Marcelo se indignaba contra los espías que aún vivían ocultos en París. ¿Qué mundo misterioso frecuentaba su cuñada?...

Se conserva soltero, porque entre su lancha, sus campañas y sus redes, que teje con mucho primor, nunca le quedó un cuarto de hora libre para buscar una compañera. Por último, en el cuarto segundo habita un matrimonio contemporáneo del tío Miguel; y si no tan robustos como éste, los dos cónyuges están aún más desaliñados que él, y tan canos, tan curtidos y arrugados.

Si hubiera deseado que abundase, ¿qué más pudo haber hecho que dejar al archidemonio, ayudado por legiones de diablos menores, ir como un rugiente león buscando a quien devorar, con constante acceso a los hombres, aun hasta el interior de su mente, susurrando malos pensamientos, estimulando, y, sin embargo, a menudo alejado por santa oración, siempre renovando sus asaltos sobre las pobres almas, hasta el último instante de la mortal agonía, triunfando más a menudo que fallando en arrastrarlas a su lugar de tormento?

No debe admirar que la manzanilla haya sido tan usada mas bien como medio accesorio en las fiebres puerperales, en las metritis, en las metrorragias, aun en las ocurridas despues del parto, en los fenómenos nerviosos que preceden y siguen al aborto, en las convulsiones y en los espasmos abdominales de las mujeres embarazadas ó paridas, en la fiebre láctea y en la supresion de esta secrecion, en los cólicos menstruales en fin, y en los dolores violentos que suceden al parto.

Los turcos decían que los dineros pasaban de 50.000 ducados, mas tiénese por cierto que no sea verdad y que no fuesen aun la mitad.

Las mujeres le cogían el faldellín de terciopelo para admirar de cerca los bordados: clavos, martillos, espinas, todos los atributos de la Pasión. Sus botas parecían temblar a cada paso con el brillo de los espejuelos y la pedrería falsa que las cubrían. Bajo las plumas del casco, que aún hacían más obscura su tez africana, destacábanse las patillas grises del gitano.

Bueno será decir que nunca, en tiempo alguno, había la Pipaón de la Barca tenido a su esposo por más respetable que aquel día... Le miraba y le oía con cierta veneración y se conceptuaba extraordinariamente inferior a él, pero tan inferior que casi casi no merecía fijar sus ojos en él. Atontada y distraída estuvo en el paseo, y en su casa, por la noche, más aún.

El viajero dio varias vueltas al cartapacio con cierta curiosidad contenida, y aun llegó a mirar al trasluz con el intento de distinguir algo de lo interiormente escrito a través del sobre.

Comer, beber, dormir y retratar a todo bicho viviente que cruzaba ante la magnífica lente de su cámara oscura eran las útiles tareas que llenaban y aun hacían rebosar la vida de aquel ilustre prócer, a cuyos abuelos cabía tanta parte en las gloriosas empresas de la antigua España.

Cuando ya parecían extinguidos en Sevilla los protestantes, que tanto dieron que hacer á la Inquisición y á las justicias en el siglo XVI, alzáronse en los comienzos del siguiente rumores de que los reformadores intentaban de nuevo promover inquietudes, y ante el temor de que se volviera á los días del doctor Constantino de la Fuente, de Cipriano Valera y de Egidio, los señores del Santo Oficio abrieron el ojo y comenzaron una persecución activísima contra cuantos pudieran, aun de muy lejos, resultarles sospechosos de herejía luterana.