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A más de que no es de mi carácter el poder permanecer callada mucho tiempo, tenía una gran cantidad de preguntas que satisfacer. De modo que cuando estuve harta del placer de verme en un carruaje hermoso, suave y bien almohadillado, atrevime a romper el silencio. Tío le dije, si quisierais no leer más, podríamos conversar un poco.
Al fin, animado con este aplauso, me desvirgué de Poeta en un romancico, y luego hice un Entremés y no pareció mal. Atrevíme á una Comedia, y porque no escapase de ser divina cosa la hice de Nuestra Señora del Rosario. Comenzaba por chirimías: había sus Animas de Purgatorio, y sus demonios que se usaban entonces con su bú, bú, al salir, y rí, rí, al entrar.
Al fin, animado con este aplauso, estréneme como poeta en un romancico, y luego hice un entremés, y no pareció mal. Atrevíme a una comedia, y porque no escapase de ser divina cosa, la hice de Nuestra Señora del Rosario. Estaba viento en popa con estas cosas, rico y próspero, y tal, que casi aspiraba ya a ser autor.
»No sé si por eludir la contestación con una evasiva, tregua ilusoria de un condenado a muerte delante ya del patíbulo, o porque así lo pedía el tumulto de mis ideas, dejando a la pobre niña en las garras de sus dudas mortales, atrevime a preguntarla, aparentando un valor que no tenía: » ¿Quién te ha dicho eso? » Esta carta me respondió, entregándome el papel que traía en la mano.
Yo lo he sido de la mía, pero no con la prudencia necesaria, y así, me han salido al gallarín mis presunciones; pues debiera pensar que al poderoso grandor del caballo del de la Blanca Luna no podía resistir la flaqueza de Rocinante. Atrevíme en fin, hice lo que puede, derribáronme, y, aunque perdí la honra, no perdí, ni puedo perder, la virtud de cumplir mi palabra.
Al fin, animado con este aplauso, me desvirgué de poeta en un romancico y luego hice un entremés y no pareció mal. Atrevíme a una comedia y porque no escapase de ser divina cosa la hice de Nuestra Señora del Rosario.
»Pasó todo como el amago de un vértigo, por obra de un esfuerzo de mi voluntad y del auxilio discreto y oportuno de Leticia y de Sagrario. Logré hacerme a la fiereza del león, y atrevime en seguida a afrontar los lances del peligro.
Palabra del Dia