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Y luego, aprovechando un día de sol despejado, se sigue atentamente la marcha de la sombra proyectada por la varilla. Esas sombras van disminuyendo de tamaño á partir de la mañana hasta el momento en que el Sol, al llegar al punto más alto de su carrera diurna, pasa por el meridiano; luego aumentan á medida que avanza la tarde, pasando en sentido inverso por las mismas alturas.

Este, sosegado ya y tranquilo, hallábase arrellanado en la poltrona, al calor del fuego; cuando entró Jacobo, examinaba atentamente, con aire de aficionado, los tres sellos de lacre arrancados a los cartapacios por el masón traidor y olvidados en su azoramiento encima de la mesa. Los papeles estaban a buen recaudo, encerrados bajo llave en la cómoda del fondo.

El cual, lleno de confusión y espanto, al cabo de un buen espacio que atentamente estuvo mirando a Dorotea, abrió los brazos y, dejando libre a Luscinda, dijo: -Venciste, hermosa Dorotea, venciste; porque no es posible tener ánimo para negar tantas verdades juntas.

El camarero, cetrino y bigotudo, le escuchó atentamente, con una complacencia de tercero, y al fin pudo formar una personalidad completa con todos sus datos. La dama por quien preguntaba era la signora Talberg. Estaba de viaje, pero iba á volver de un momento á otro. Ulises pasó un día entero con la tranquilidad del que espera en lugar seguro. Miraba el golfo desde el balcón.

Explicaos, exclamó el señor de Morel, esperando atentamente la respuesta del funcionario. Lo que pasa, señor, es que el sanguinario pirata Cabeza Negra, uno de los más crueles bandidos normandos, acompañado del genovés Tito Carleti, ha aparecido últimamente por nuestras costas, saqueando, incendiando y matando.

Si se miran atentamente tantas y tan extrañas opiniones, como se fomentan en las Escuelas, se hallará que, ó consisten en la confusion y obscuridad de las voces, ó en los principios voluntarios que cada partido toma para defenderlas. Así se ve, que donde quiera que se conforman en los principios, solo disputan de los adherentes.

Montesinos no pareció disgustado con esta respuesta, pero sus ojos brillaron con más curiosidad, y volvió a examinar atentamente al clérigo de los pies a la cabeza. Como los elogios de mi hermana no tienen valor alguno... saque usted la consecuencia. Una levísima sonrisa apuntó a sus labios al pronunciar estas palabras.

Don Quijote, que estaba escuchando atentamente lo que Claudia había dicho y lo que Roque Guinart respondió, dijo: -No tiene nadie para qué tomar trabajo en defender a esta señora, que lo tomo yo a mi cargo: denme mi caballo y mis armas, y espérenme aquí, que yo iré a buscar a ese caballero, y, muerto o vivo, le haré cumplir la palabra prometida a tanta belleza.

Ramón Villuendas no estaba; pero Benigna bajó al momento, y lo primero que hizo fue observar atentamente la cara sucia de aquel aguinaldo que su hermana le traía. «Qué, ¿no le encuentras parecidodíjole Jacinta algo picada. La verdad, hija... no qué te diga... Es el vivo retrato afirmó la otra, queriendo cerrar la puerta, con una opinión absoluta, a todas las dudas que pudieran surgir.

Cuando hablaba, cosa frecuente, lo hacía en ese tono que generalmente se llama de carretilla, como dicen los chicos la lección; en el tono en que se recitan las letanías y los gozos. Examinando atentamente su figura, se observaba que la expresión mística que en toda ella resplandecía, era más bien debida á un hábito de contracciones y movimientos, que á natural y congénita forma.