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Momentos después del altercado, mi tía Medea se había visto atacada súbitamente de una abundante evacuación de sangre por las narices; pero en el paroxismo de su cólera, temblando nerviosamente de ira, se había contentado con sorber en abundancia y ruidosamente grandes cantidades de agua salada, atarse fuertemente el brazo derecho o ponerse en los lujuriosos rodetes de su nuca adiposa la llave consabida que aconseja la terapéutica popular.

486 Es guerra cruel la del indio porque viene como fiera; atropella donde quiera y de asolar no se cansa; de su pingo y de su lanza toda salvacion espera. 487 Debe atarse bien la faja quien a aguardarlo se atreva; siempre mala intención lleva, y, como tiene alma grande, no hay plegaria que lo ablande ni dolor que lo conmueva.

Una cosa es atarse en torno del cuello un pañuelo de bolsillo blanco, hecho una torcida, y otra muy distinta formar, con arte y perfección, un espléndido nudo de inmaculada batista, cuyas puntas iguales, almidonadas sin exceso, se dirigen simétricamente a derecha e izquierda.

Su plan era emanciparse poco a poco; de ningún modo atarse a la autoridad con lazos más apretados... Se las arreglaría sola, como Dios le diera a entender. Dios no la abandonaría, pues otras veces no la había abandonado.

En estas y otras gustosas pláticas se les pasó aquel día, y a la noche se albergaron en una pequeña aldea, adonde el primo dijo a don Quijote que desde allí a la cueva de Montesinos no había más de dos leguas, y que si llevaba determinado de entrar en ella, era menester proverse de sogas, para atarse y descolgarse en su profundidad.

Con su mucha meditacion propuso algunas máxîmas que pueden ser útiles á un Filósofo Ecléctico, y por ellas se ve, que si Mallebranche sin atarse á sistema ninguno, leida la antigüedad, quitada la preocupacion, que la tuvo muy grande, contra Aristóteles, y la que mantuvo á favor de Cartesio, se hubiera dedicado á la Filosofía, acaso habria adelantado en ella con aprovechamiento del público.

Cierto día se difundió por la Fábrica siniestro rumor: Rita de la Riberilla, una operaria, había sido cogida con tabaco. ¡Con tabaco! ¡Jesús, si parecía una santa aquella mujer chiquita, flaca, con los ojos ribeteados de llorar, que solía atarse a la cara un pañuelo negro a causa, quizá, del dolor de muelas!

Obdulia protestó. ¿Cómo? ¿pues se veía algo? ¡no quiero! ¡no quiero! ¿por qué no se me ha advertido? Esto es una traición. Tiene razón esta señora dijo don Víctor igualdad ante la ley; fuera esa cuerda. Edelmira subió al columpio sin atarse. No había para qué tomar precauciones, no se veía nada. Don Víctor y Ripamilán se columpiaron también, pero se mareaban.

Son muchos los asuntos en todas clases donde sucede lo mismo, pues solo llegan á la verdad los que entienden los principios; los demas no alcanzan nada, ó se confunden con inciertas opiniones. El otro modo de formarse las opiniones consiste en no atarse el entendimiento á las verdades fundamentales, sino tomar en lugar de ellas por principios lo que le sugiere su propio ingenio.