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Pero sufrieron entonces con laudable constancia todos estos trabajos, animados por el ejemplo del Comandante General, y demas oficiales que se desvelaban en mantenerlas vigilantes, para rechazar á los insurgentes, que muchas veces intentaron sorprender los campamentos, aprovechándose de la hora de amanecer: en cuyas ocasiones consiguieron siempre gloriosas ventajas, y rechazaron los ataques con conocido escarmiento de los contrarios, que dejaron en todos cubiertos de cadáveres los campos inmediatos.

Porque cuando mis ojos se arrasan, me sobreviene al poco tiempo uno de esos horribles ataques, en que no pudiendo resistir lo íntimo del dolor de mi corazón, grito y me revuelco, y me destrozo: y entonces vienen las ligaduras y el lecho de tormento y el horrible casco de nieve. ¡Me creen loco! Es necesario pues olvidar, procurar olvidar; secar las lágrimas y esconder estas memorias.

Convendrá con mas frecuencia á personas que han padecido dolores é infartos articulares, dolores en el corazon, y endocarditis antigua, que en las que son invadidas de ataques recientes de reumatismo.

En vista de esto volvió atrás y se dispuso á fortificar bien la Cabrera, Guayca y Magdalena para poder hacer frente á los ataques de Monteverde, quien se disponia á atacarle.

Pero en la vida del poeta sacerdote iban a presentarse ahora nuevos sucesos escandalosos, que habrán hecho murmurar largamente a los maldicientes de la Corte y que dieron pábulo a los ataques de los enemigos de Lope, de los cuales es de recordar una emponzoñada décima de Góngora, publicada por la Barrera.

La osadía de sus ataques contra los potentados de la tierra, contra la corte y los cortesanos, contra clérigos y frailes, es un fenómeno insólito en la literatura española, sorprendiéndonos sobremanera esa libertad que reinaba en el teatro, y esas sátiras de Tirso en una época en que el poder de la Inquisición se encontraba en su apogeo.

Muchos, pueblos aun en nuestro país, demuestran con su arquitectura que no hace todavía mucho tiempo había allí guerra permanente, y que á cada momento había que temer ataques de señores ó de bandoleros. No hay casas aisladas en las pendientes indefensas; todos los tugurios, semejantes á carneros espantados por la borrasca, se han reunido en un solo grupo, vasto montón de piedra.

Desembarcando á la hora de la siesta, habrían entrado por las calles sin que nadie los viese, lo mismo que á través de una ciudad muerta; habrían sorprendido el cuartel, matando á la guardia, que seguramente estaría tendida á la sombra y roncando. Es una locura continuó Jaramillo intentar ataques de noche en un país como el nuestro. No hay mas que acordarse de lo que pasa en la selva.

Pasaba las noches enteras sin poder conciliar el sueño. Comenzaron a darle algunos ataques de disnea. Todo hacía presagiar un próximo y funesto desenlace. En aquellos días se operó una crisis interesante en el espíritu atormentado del P. Gil. El materialismo pesaba como una losa sepulcral sobre su corazón.

La enferma tenía en la frente una contusión que denunciaba su caída al suelo. Las gitanas, advertidas por una vecina, habían corrido en su auxilio. La Teodora fruncía el ceño al hablar al joven... Don Isidro, la pobre «señorita» estaba muy enferma. Estos ataques iban a repetirse con frecuencia. Eran cosas del embarazo, que se presentaba muy mal.