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Le faltaban las fuerzas; ¡pero de qué manera!, y hasta la vista parecía amenguársele y pervertírsele, porque veía los objetos desfigurados y se equivocaba a cada momento, creyendo ver lo que no existía. Se asustó mucho y llamó; pero nadie vino en su auxilio.

Las vidrieras eran pequeñas, la abertura estrecha, por lo cual no podía mover el brazo con desahogo; no obstante, la puerta cedió rechinando sobre sus goznes. El duque se asustó ante aquel ruido y pensó que todo estaba perdido. Retrocedió hasta el fondo del jardín y trepó a un árbol, con los ojos fijos en la casa y el oído abierto a todos los ruidos.

De manera alguna dijo Catalina, arqueando soberanamente sus negras cejas, ya que tienes ricos parientes en California que te envían puntualmente fondos, pero no quiero permitirlo. Vamos, chicas, ¡adelante! Al abrir la puerta, una fuerte ráfaga de viento penetró violentamente en la tienda, lo cual asustó a la bondadosa doña Brígida.

El señor de Avrigny no había salido desde el día anterior de la habitación de su hija. En la escalera tropezose Amaury con Antonia, que se dirigía a su cuarto y tomándole la mano la besó en la frente sonriendo. Su tranquilidad asustó a la joven, que le siguió con la vista hasta que él hubo entrado en su aposento.

Así ... muy exaltados, muy amigos de embaucar al pueblo y pronunciar discursos ... pues, así como . Lázaro su asustó más y comprendió menos. Esos chicos valen mucho. ¡Si supieras qué útiles son! Amantes de la libertad, habladores, impetuosos, entusiastas. ¡Ah! No temo yo á éstos ... Lo harán bien. ¡Plan magnífico!

El señor doctor ruega a usted que entre en su casa: querría hablar primero con usted, pues tiene algo que decirle. ¿Es muy urgente lo que tiene que decirme? La vieja se asustó; creyó que a ella iba a incumbirle el cuidado de darle la penosa noticia. ¡Ah! ¡Qué yo! exclamó. No me ha dicho más que eso.

Rosita, mi patrona, que observó la catástrofe desde su ventana y vio levantarse al caído, negro como el carbón, se asustó tanto, que estuvo tres días con flatos y de veras me dio cuidado.

He venido yo en persona para tranquilizarle... No se apure usted, pues, que la detención no tiene importancia, y véngase conmigo. De este modo y a esta hora nadie se enterará. ¿Una denuncia?... ¿De qué me acusan? Al parecer es el asunto de la escapatoria de la chica de Osuna... No se asuste usted. No me asusto, señor juez.

«Por lo menos le contesté, líbrala del tormento de la espera e informa a nuestros padres, con miramientos, de tu situaciónAsí lo hizo: dos días después, papá, muy apenado, trajo la carta que a causa de mi juventud, todavía demasiado irracional, yo no debía leer. Esa carta tuvo sobre el ánimo de Marta una influencia que me asustó y me conmovió.

Nuestro joven se asustó un poco y pidió perdón con labio balbuciente: no porque creyese que había cometido ninguna profanación; pero temía que aquélla, poseída de su papel de «alma hermosa, inmaculadatardase demasiado en ceder a sus instancias. Guardó silencio obstinado la dama, en la actitud firme e imponente de una deidad herida.