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Pepita se asusta y se escandaliza de esta improvisada fortuna, pero yo le digo que no sea tonta: si su hermano es y había de ser de todos modos un pillete, ¿no es mejor que lo sea con buena estrella? Así pudiéramos seguir extractando si no temiésemos fatigar a los lectores. Concluiremos, pues, copiando un poco de una de las últimas cartas.

Estas palabras sólo sirvieron para aumentar la cólera y la indignación de la condesa. ¿Cómo? exclamó , ¿os he entendido bien? ¿Perdón? ¿Pedís perdón para la loca? ¿Entonces le tenéis cariño? ¿Os asusta la idea de que reciba el justo castigo de su maldad? ¡Oh! ¡No, no, señora! Os pido perdón para .

Pero cuando la luz de la lámpara oscila, la portentosa beldad de la princesa se confunde; los perfiles, las sombras, los colores, todo se altera y se combina por tal arte, que Ferragut se asusta y cree tener un vestiglo entre sus brazos. Vuelve la luz á arder sin oscilación y la princesa recobra sus admirables atractivos.

Delirios... lo mejor es el desprecio... A estos badulaques se les desprecia... Bueno está mi sobrino para meterse en lances, él que se asusta de entrar en un cuarto sin luz. ¡Pobrecillo Maxi!, ¡tiene un corazón de oro, y ahora que está tan dado a estudiar lo del otro mundo, se le ocurren unas cosas...! ¡Vaya con lo que me decía anoche!

El doctor, antes de responder se acercó a su hija, la examinó atentamente y le tomó el pulso. Pareció reflexionar un instante y luego dijo con grave acento: Hija mía, voy a pedirte un sacrificio y es preciso que me prometas no negármelo en modo alguno. ¡Dios mío! ¡me asusta usted, papá! exclamó Magdalena.

La revelación, la primera sensación del propio poder, lisonjea y asusta.

Lo que más me asusta es pensar que de esa casa podría venir otra vez, para , alguna gran desgracia. Son gente algo rara, como lo fue tu marido, y los abuelos de tu marido. Todos han tenido fama de raros. Y anda Adriana con ese mismo aire de misterio que tenía Zumarán antes de matarse por la viuda de Aliaga. No seas supersticiosa, hija. Es que no sabes, ella ha salido a su padre.

Allí está el fumador sempiterno gritó el doctor con acento del más vivo cariño . ¡Carlos, Carlos! ¡Teodoro! contestó una voz en el balcón. Calló el piano, como un ave cantora que se asusta del ruido. Sonaron pasos en la casa. El doctor dio una moneda de plata a su guía y corrió hacia la puerta. La familia de piedra

Esto lo dijo dirigiéndose al joven que antes he mencionado. Señora repuso este desplegando para sonreír toda su boca, que era grandísima ; a fe de jurisconsulto diré a usted que aún puede arreglarse. Hablemos con franqueza. Estoy acostumbrado a presenciar lances muy chuscos en mi carrera y nada me asusta. ¿Ha habido noviazgo?

María, que echó de ver que había rechazado con su aspereza a un alma demasiado delicada para insistir y a un hombre bastante modesto para persuadirse de que aquella sola objeción bastaba para anular sus demás ventajas, dijo precipitadamente: Si un novio con canas no pega, un marido con canas no asusta.