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Era el ardor del neófito que asusta al maestro, la audacia del renegado que quiere borrar con tremendas exageraciones el recuerdo de su historia. Además, se creía con derechos absolutos sobre la persona y los bienes de su catequista, y miraba con hostilidad a la pareja que vivía con el señor Vicente, sospechando que le despojaban de una parte de lo que consideraba como suyo.

Momentos hay en que la chiquilla nos revela excelsas cualidades, mal escondidas en su inocencia; momentos en que nos parece la criatura más loca que Dios ha echado al mundo. Tan pronto le encanta a usted por su candor angelical, como le asusta por las agudezas diabólicas que saca de su propia ignorancia. MARQU

En cambio, el público le asusta; jamás está contento de mismo; á veces, la objeción más leve de un actor inteligente, le mueve á descomponer toda una escena.

Guardad esos fieros para las mujeres y para los rapaces, que a no se me asusta con ellos. ¡Sacrílegos! Vendrá Don Juan Manuel y os arrojará de esta casa que estáis profanando con vuestras concupiscencias. ¡Un rayo me parta! ¡Me da el corazón que hoy ceno lengua de clérigo! DON FARRUQUI

No , aunque bien sospecho, quién sea ese cantor que tanto te asusta; pero puesto que hablaste de discreción, yo la tengo bastante para no afirmar sino aquello que no ciertamente y sin duda alguna; mas siendo cierto que entrambos somos discretos, callémonos y soseguémonos, que, o yo me equivoco mucho, o la voz de ese cantor, de oirla hemos, no tan lejos y más a orilla de nosotros.

Bien quisiera yo participar de tu confianza, Magdalena... Pero por desdicha veo de algún tiempo a esta parte a tu padre muy cambiado para . Al cabo de haberme tratado durante quince años como si fuera su propio hijo, viene a mirarme ahora como si fuera un extraño. Después de haber vivido a tu lado como un hermano, hoy mi entrada te asusta y lanzas un grito al verme...

Acuérdate de lo que hablábamos en nuestra primer noche a la luz de la luna: «El arrogante mes de Mayo, el joven guerrero con armadura de flores busca a su amada la Juventud». ¿Y dónde está en nosotros la juventud? La mía búscala en mi tocador; se la compro al perfumista, y aunque sabe disfrazarme bien, oculta una vejez de ánimo, un desaliento en el que no quiero pensar porque me asusta.

Yo he conocido algunos que no podían pasar sin su misa y eran unos santos varones que odiaban a los reyes, pero respetaban a los sacerdotes de Dios. ¿ crees, Fermín, que a me asusta la República? Yo soy más republicano que ; yo soy un hombre moderno.

Alzaba altivamente la frente, gritándole con arrogancia desesperada: ¡Pues bien! Yo le he matado... ¿Qué quieres? ¡Tu nombre de conciencia no me asusta! Eres apenas una perversión de la sensibilidad nerviosa. Puedo eliminarte con un poco de agua de azahar.

»Tenga usted en , hermano mío, un poco de confianza y no deje que mi alma se consuma en tan triste soledad. Un espíritu débil que se asusta y que llora merece alguna condescendencia. »A veces llego a envidiar la suerte de Magdalena. Ella dejó este mundo siendo amada y ahora es feliz allá arriba, mientras que yo vivo enterrada en la soledad y el olvido, más odiosos que la tumba...