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La misma naturaleza enseña á todos los hombres, si quieren ser atentos en observar lo que pasa en su interior, que nada hay en su entendimiento que no haya tomado ocasion de los sentidos. En el exercicio de la Medicina tenemos todos los dias motivo de asegurarnos de esto en las varias suertes de males, en que se dañan los sentidos, y la razon.

Para prestar asenso á la palabra de los hombres, si no tuviésemos mas criterio que el consentimiento comun, no podriamos jamás creer á ninguno, por la sencilla razon de que no es dable asegurarnos de lo que dicen ó piensan los demás sin comenzar por creer á alguno.

Los sentidos se auxilian recíprocamente: la sensacion de un sentido, se compara con las de otros, cuando hay duda sobre la correspondencia entre ella y un objeto. Nos parece oir el ruido del viento; pero nuestro oido nos ha engañado otras veces; para asegurarnos de la verdad miramos si hay movimiento en los árboles ó en otros objetos.

Para asegurarnos más de este su buen daseo, les pedimos algunos infieles que ellos en años pasados habían hecho esclavos, para que instruídos en los misterios de nuestra santa fe, sirviesen después de intérpretes á los Misioneros, ofreciéndoles en contracambio ciertos platos de estaño, cuchillos, anzuelos, avalorios y otras cosas de este jaez.

Así estuvimos un año en la ciudad de la Asumpcion, sin saber de nuestra gente otra cosa que lo referido, y lo que los Cários contaban al capitan Irala, y ser pública fama que los Payaguás y Naperús le habian muerto. Mas para asegurarnos, queriamos oirlo de la boca de alguno de los Payaguás. CABEZA DE VACA, cap. 4, fol. 4.

Pero para ir á buscarle ¿nos fiaríamos de las luces comunes, capaces de ser inciertas, ó en mismas, ó por los conductos por donde nos venian? Cierto es que no; antes bien procuraríamos asegurarnos por relaciones firmes, comunicadas por medios ciertos, y que dimanasen de la misma voz del Príncipe, con la qual quedásemos asegurados de sus promesas.

Las primeras nunca suceden sin un verdadero milagro; y aunque es cierto que Dios hace milagros, pero tambien lo es que no son tantos como el vulgo literario presume: de manera que siendo preciso exâminar la operacion milagrosa con mucha diligencia para asegurarnos, el mismo cuidado se ha de poner en averiguar las apariciones sensibles antes de creerlas.

Como no hay mas que dos ideas, nos es fácil asegurarnos de que hemos repetido dos veces el uno. Pero si hemos de contar, hasta tres, diciendo uno y uno y uno, ya no es tan fácil asegurarnos de la exactitud de la repeticion; pero todavía no es difícil. Ya lo es algun tanto con el cuatro; y es poco menos que imposible en llegando por ejemplo á diez.

Quando los acontecimientos son pasados, ó suceden en lugares distantes, donde nosotros no podemos hallarnos para asegurarnos de ellos, supuesta su verosimilitud, no resta otra cosa para creerlos, que atender la calidad de los que nos los cuentan, ó la gravedad de los mismos hechos. La calidad de los testigos es de gran peso para inclinarnos al asenso.

El pié siempre es pié; la vara siempre es vara; estas son cantidades existentes en la naturaleza; y que si nosotros las referimos á otras cantidades, es únicamente para asegurarnos de que es así; porque la realidad dependa de la relacion. Un pié cúbico de agua, no es un pié cúbico porque así lo diga su medida; por el contrario, la medida lo dice así, porque es así.