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Así es que no me sorprendería encontrar uno de estos días, en el gran mundo, a mi zapatero, a mi sastre y hasta a nuestros proveedores de caballos. ¡No diga usted semejante cosa! exclamó con indignación muy noble la señora de Blandieres, protestando en nombre de todas las señoras que, como ella, hacían profesión de tener salón abierto.

En Francia las vieiras bretonas, las vieiras armoricanas, gozan de gran reputación y son consideradas un bocado exquisito. ¿Y saben ustedes cómo las llaman los franceses a las vieiras? Las llaman coquilles Saint-Jacques, o conchas de Santiago. Porque la vieira es el marisco del Apóstol. Es un marisco casi sagrado, así como otros mariscos son literarios, y otros, políticos.

Rodrigo Zamorano como examinador de Maestres de la Carrera de Indias, cada maestre que va tiene á dicha traerle alguna cosa nueva ó extraordinaria y así tuvo las paredes de los portales de su casa todas llenas de estas conchas, peces y animales muy de ver .

La señora Percival hizo llamar a Crump, el cochero, que había llevado en el bróugham a su joven ama hasta la estación de Euston, y lo interrogó. La señorita Mabel ordenó el cupé, señora, unos momentos antes de las once contestó el hombre, saludando. Llevó su valija de cocodrilo, pero, anoche despachó por Carter Patterson un gran baúl lleno de ropa usada, así le dijo la señorita a su doncella.

Dicen, pues, así en su relación: Cogiendo el Padre su cruz se partió del Mamoré por tierra, acompañado de cuatro indios, dando orden á los demás que no se partiesen de allí.

Yo no sirvo para esto. No en qué estaba pensando mi hermana cuando se le ocurrió que yo podía meterme a comerciante... Para que usted se haga cargo... desde que estoy en esto, no he hecho más que perder dinero: pocos pagan, y yo no tengo genio para importunar... Así, cuanto más pronto salga de estos pingajos, mejor. Muchas señoras han venido, y se van llevando lo poco que me queda».

Bien podía ser, ¿por qué no? así, de lejos, sin estar al habla, nunca se haría nada de provecho; y si ella se había aliado a su primo, en el pensamiento, para llevar a cabo aquella empresa que, a sus ojos, aparecía tan noble y grande, estaba obligada a entenderse con él, de un modo o de otro, a fin de discutir y acordar los medios de realizarla.

Si por creerte mío has tenido tesón y firmeza para llegar a lo que eres... ¿tan ajeno a te juzgas ya, que así te amilanas y vacilas?... Aunque no te di el ser, ¿no soy algo más padre tuyo que aquel que te le dió?... ¡Y si te acobardas ahora que yo te necesito!...

»Hay tal revelación de recóndita onomatopeya entre este sujeto así plasmado en aquel ambiente todo nuestro, y el estado de su ánimo ante la metamorfosis que el alcohol por una parte, el contagio moral por otra y su indudable receptividad psíquica han producido en él, que al terminar uno la lectura del capítulo, se queda inconscientemente en una actitud análoga, con la vista clavada en un punto del espacio y una sonrisa de aplomo dibujándose en los labios.

Así como hay pescadores de arenques, de ballenas y de focas, hay pescadores de trépang, los cuales todos los años, en la estación propicia, llegan desde los puertos más lejanos hasta las aguas del estrecho de Torres, del mar de Coral o del golfo de Carpentaria.