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Esta costumbre extraña y aun ridícula a los ojos del artista, a los del cristiano es buena y piadosa. Pero a bien que la capilla del Cristo del Socorro no era un museo; jamás había atravesado un artista sus umbrales: allí no acudían más que sencillos devotos que sólo iban a rezar. Las dos paredes laterales estaban cubiertas de exvotos de arriba abajo.

Por otra parte, los españoles no somos ni navegantes ni industriosos, y la Europa nos proveerá por largos siglos de sus artefactos, en cambio de nuestras materias primeras; y ella y nosotros ganaremos en el cambio; la Europa nos pondrá el remo en la mano y nos remolcará río arriba, hasta que hayamos adquirido el gusto de la navegación.

Yérguese sobre una gran mole de granito, y se empina y vuelve á empinarse indefinidamente, cual una Babel titánicamente amontonada, roca sobre roca, siglo tras siglo, empero constantemente calabozo sobre calabozo. Abajo, el in pace de los frailes; más arriba, la jaula de hierro levantada por Luis XI; subiendo siempre, la de Luis XIV; á mayor elevación, la cárcel actual.

Los dos amantes optaron por lo más práctico en aquellos instantes críticos y huyeron calle de Victoria arriba, prefiriendo la fuga a pasar por la vergüenza de ser descubiertos.

Abajo, en el templo, vigilaba a sacristanes y acólitos, cuidando de que los canónigos y los beneficiados no pudieran quejarse de descuidos en el servicio. Arriba, en el claustro, velaba por el buen orden y las sanas costumbres de las familias, siendo, por la gracia del cardenal-arzobispo, una especie de alcalde de aquel pequeño pueblo. Ocupaba la mejor habitación de las Claverías.

Mientras estas cosas tan graves ocurrían abajo, arriba, en Peleches, sin tenerse la menor noticia de ellas, también pasaba algo que merece consignarse aquí por remate de la crónica de aquella mañana de eterna remembranza en los futuros anales de la perínclita Villavieja.

Esta terrible pregunta volvió a desconcertarme. ¿Sabe usted que no puedo decírselo? respondí, sonriendo hasta con las orejas. El administrador me miró gravemente de arriba abajo y estuvo un rato indeciso, tal vez dudando entre si era un loco, un guasón, o un tonto.

Si ella no fuera mi hija, y no estuviera por eso mismo arriba de toda sospecha, yo te diría: «Riñe con él; no le prestes más dinero y reclámale lo que te debe...» Como comprenderás, la prudencia es una gran cosa. Señores, hasta entonces, yo había tomado al viejo por su lado bueno; pero desde aquel momento se me hizo odioso.

Esta relación de las altas jerarquías que servía la aguja de doña Rosalía, le dió cierta importancia á los ojos de María de la Paz Jesús. Yo vivo allá arriba y he visto... ¿Pero ustedes no han caído en ello? ¿En qué? En ese hombre que ha entrado aquí. ¿Qué hombre? ¿qué dice? exclamaron á una las dos ruinas en el tono del que siente estallar un volcán.

Allá arriba no llega más que una queja, un gemido que asciende desde la llanura donde viven los hombres. Un día que, sentado en una tranquila cima, con hermoso cielo, veía yo una tormenta que se agitaba con furor en la base de la montaña, no pude resistir al llamamiento que parecía dirigirseme desde el mundo de los humanos. Bajando por una vereda convertida en arroyo, saltaba de piedra en piedra.