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No, señorita, me contestó, estoy segura de mi cuenta y es usted una mala jugadora. Y usted una mentirosa, le respondí. Está bien, la desprecio demasiado para contestarle, me dijo. La hermana Sainte Félix, llegó afortunadamente en ese momento, pues yo creo que iba á pegarle... He ahí lo que ha pasado. Ya ves, es imposible arreglarnos después de esto. ¡Imposible! eso sería una cobardía.

Juan, ayudando al señor Aubry a incorporarse sobre las almohadas, dijo: Podemos arreglarnos de manera que usted cumpla sus promesas sin tocar los rendimientos de la fábrica, indispensables a nuestra producción y a la reconstitución del capital perdido en el banco Raynaud. ¿Cómo? ¡di pronto!... ¿Por qué medios? Yo he buscado y no he encontrado nada... Es muy sencillo.

Pero aplique usted aquellos lentecicos y... ¡zas, zis!, ya se encuentra usted con los bicharracos y las bacterias que bailan dentro un rigodón.... Pues el que anda por allá, encimita de las nubes, también ve cosas que a los bobos de por acá nos parecen tan sencillas... y para él tienen su quid.... ¡Bah, bah!, él se encargará de arreglarnos las cosas... nosotros, ni que nos empeñemos.

Parecíame ver aquellas pobres casas adornadas con sus Nacimientos y animadas por la alegría de la familia: recordaba la pequeña iglesia iluminada, dejando ver desde el pórtico el precioso Belén, curiosamente levantado en el altar mayor: parecíame oir los armoniosos repiques que resonaban en el campanario, medio derruido, convocando a los fieles a la misa de gallo, y aun escuchaba con el corazón palpitante la dulce voz de mi pobre y virtuoso padre, excitándonos a mis hermanos y a a arreglarnos pronto para dirigirnos a la iglesia, a fin de llegar a tiempo; y aun sentía la mano de mi buena y santa madre tomar la mía para conducirme al oficio.

Pero se aseguró en seguida viendo el perfecto sosiego con que hacía todos los preparativos. Empaquetó alguna ropa en una maleta, se puso los zapatos, la sotana y el sombrero y dijo sonriendo: Ya estoy. Los curas no tardamos mucho en arreglarnos, ¿verdad?... A Josefa no le diré nada para evitar una escena triste, ¿no le parece a usted? Le escribiré desde la cárcel, pidiéndole la ropa.