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Rivalidad, celos, todo estaba olvidado y arrebatado por el viento del ultraje hecho a su madre adoptiva, sacrilegio al lado del cual parecía todo mezquino y pueril a su culto filial. En aquel momento era hijo, nada más que hijo, y si de vez en cuando una blanca silueta que flotaba ante sus ojos endulzaba un poco su brillo metálico, era que le agradecía el haber ocupado tan bien su lugar.

Que es un infame, señora. ¿Quedará sin castigo? No quedará exclamé arrebatado por la ira. D. Pedro del Congosto dio algunos pasos, púsose delante de doña María, y alzando el brazo, con voz y gesto que al mismo tiempo parecían trágicos y cómicos, habló así: Señora doña María... ¡esta noche!... ¡a las once!... ¡en la Caleta!

Todos los vecinos de Entralgo estaban inquietos, sacudían la cabeza con tristeza vaticinando una catástrofe. Porque todos conocían el carácter violento, arrebatado del capitán. No dudaban que, exasperado como estaba, pudiera cometer una acción que ocasionase su ruina. La Providencia no quiso que un tan bravo caballero fuese á morir en una cárcel.

Me han dejado pobre y desnuda al margen de dos rios, han arrebatado de mis sienes la diadema que podia recordar los dias de mi grandeza, y han dicho al mundo: héla aqui á la orgullosa reina musulmana: héla aqui reducida á contemplar en sus aguas cristalinas su marchita hermosura.

Por último, tras el formidable bajo, que tenía todo el aire de Leporello, en el último acto de Don Juan, el tenor, el sublime tenor, que el empresario, según anunció en los diarios de Caracas, había arrebatado a fuerza de oro al Real de Madrid.

¡Contemplad mi conquista, Morel! gritó apenas llegado Oliver de Butrón, agitando sobre su cabeza un enorme jamón que había arrebatado al enemigo. Os convido, amigo barón, aunque es lástima que no tengamos una botella de buen vino con que rociarlo.... Más tarde hablaremos, Oliver, dijo el barón jadeante. Por ahora lo que importa es marchar á toda prisa hacia el Ebro, por lo más cerrado del bosque.

Todos los sentimientos que dominamos son legítimos; todos los que nos dominan son criminales... No ligues tu corazón sino á la belleza que no perece; que tu condición limite tus deseos; que tus deberes vayan antes que tus pasiones; extiende la ley de la necesidad á las cosas morales; aprende á perder lo que puede serte arrebatado; ¡aprende á dejarlo todo cuando la virtud lo ordene, tal es la ley, yo la conocía; la he violado, y he sido castigado.

Ello es que los casacones acudían a todas partes y no perdían movimiento alguno. Entrada la noche, y hallándome transido de frío, abandoné la cubierta, donde apenas podía tenerme, y corría además el peligro de ser arrebatado por un golpe de mar, y me retiré a la cámara. Mi primera intención fue dormir un poco; pero ¿quién dormía en aquella noche?

Los de toda España y los de aquellas ciudades, como Nápoles y Milán, Bruselas y Méjico, en que se hablaba la lengua castellana, resonaban con su fama, y casi no contaban con otro repertorio que con el de sus obras: todos se sorprendían al observar, que, después de haber arrebatado al público con sus innumerables comedias, jamás se agotase su inventiva, y que escribiese otra y otra; los espectadores esperaban siempre de él algo nuevo y mejor, y nunca defraudaba sus esperanzas.

Señor, el señor de Saint-Cast ha muerto. Esta noticia que aquel singular anciano había querido darme él mismo, era exacta. En la noche precedente, el pobre general de Saint-Cast había sido atacado de una fuerte aplopegía, y una hora después era arrebatado á la existencia opulenta y deliciosa, que debía á su señora.