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Hablando así, el señor Breuil, los ojos arrasados en lágrimas, se había hincado de rodillas. La escena era demasiado tierna para no interesar el corazón artista de la Camargo, y sus manos trémulas estrecharon cordialmente las viejas manos de su adorador. No dijo, casados, no; ¿para qué? La edad de las pasiones está ya lejos. Seremos amigos, nada más que amigos... Y el Sr.

El Magistral se paseaba a grandes pasos, con las manos a la espalda, en la cámara roja, cubierta de damasco. Carraspique, que vestía el luto reciente de su hija, miraba a don Fermín con los ojos arrasados en lágrimas.

El venerable veterano se levantó inmediatamente que nos vió entrar, y nos alargó una mano trémula; pero que aún conserva el santo calor del cariño. No habiamos terminado los primeros cumplidos, cuando el viejo tenia los ojos arrasados en lágrimas.

El piadoso Almirante consignó en el Diario que en la tarde del 11 de Octubre, víspera del hallazgo de la tierra deseada, habían cantado las tripulaciones á la oración, la Salve acostumbrada, y luego, en el momento supremo, cuando cayó de rodillas y con los ojos arrasados, la gorra en la mano, dió gracias al Altísimo, le imitó la gente entonando con indecible emoción Gloria in excelsis Deo; Te Deum laudamus...

Parecíale a Amparo que los lugares testigos de sus dichas y sus yerros habían sido devastados, arrasados por mano aleve. La tierra del huerto que Baltasar había llamado paraíso, desnuda, en barbecho, aguardaba la vegetación. De los verdes y gayos maizales sólo quedaban rastrojos. Los árboles de la carretera alzaban sus ramas peladas y escuetas al brumoso cielo.

Aún recordaba parlamento y bocadillos de ambas obras, que repetía con énfasis declamatorio, y que Obdulia oía con arrobamiento, arrasados los ojos en lágrimas, dicho sea con frase de la época. Refirió también, y para ello tuvo que emplear dos sesiones y media, el baile de trajes que dio, allá por los años de Maricastaña, una señora Marquesa o Baronesa de No cuántos.

Y reteniéndola aún entre las suyas, exclamó: ¡Cuánto tiempo!... ¡Mucho, !... Trae una silla y siéntate. Pero Miguel, sin hacer caso, siguió en pie, y volvió a exclamar, arrasados los ojos de lágrimas: ¡Pobre papá! La mano de la brigadiera tembló un poco dentro de las suyas; pero soltándose en seguida, le señaló de nuevo una silla. Siéntate, Miguel, siéntate.

Oye, don Juan dijo Dorotea asiéndole las manos con acento triste y con los ojos arrasados de lágrimas : yo no comprendo el amor como le comprendes; para el amor no es el deleite impuro, ni la vanidad, ni la embriaguez, ni el entretenimiento; para el amor es más, mucho más; tiene algo de divino; para el amor es ser el pensamiento entero de un hombre, el espíritu poderoso que le engrandezca, que le impulse á las grandes acciones; grandezas buscadas para engrandecer la mujer amada, cuando se trata de un hombre como , que se llama Girón, que es hijo del gran duque de Osuna, que debe su espada á sus abuelos y á su patria, y el corazón á una mujer; yo no te pido eso que puede y debe pedirte tu esposa; yo quiero tu grandeza para que refleje sobre mi frente; yo no puedo ser para ti más que la amante oculta y misteriosa, que te sonría apartada de la vista del mundo; mis hijos no pueden llevar tu nombre, porque... tu nombre pertenece entero á los hijos de la mujer con quien te has unido: yo sólo puedo ser para ti un sueño embriagador durante algún tiempo; después... después, cuando hasta el misterio hubiera perdido para ti su encanto, yo sería una carga para ti..

»Magdalena y yo estábamos conmovidos. Teníamos hambre, porque desde la mañana no habíamos comido nada, y aquella pobre criatura, aquel niño infeliz, de menos edad y más débil que nosotros, no había probado bocado desde el día anterior. » ¡, que son muy desgraciados! ¡Dios mío! exclamó Magdalena con los ojos arrasados en lágrimas.

El doctor, con los ojos arrasados en lágrimas, los estrechó en sus brazos y exclamó elevando los ojos al cielo: ¡Oh, mis dos últimos amores en la tierra!... ¡Dios mío! ¡Haz que sean felices y gocen tranquilidad; , que vivan tranquilos en este mundo, y alcancen la dicha eterna en el otro! Les besó la frente.