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Desde allí le traían, para autoridad, pasatiempo y deleite de él y de sus súbditos, cobre, estaño y ámbar, cándidas pieles de armiños y de cisnes, jimios y papagayos, especierías y perfumes, perlas y diamantes, marfil y oro. Alguien de mi familia privó con Ciro el Grande y volvió con Zorobabel a reedificar la Ciudad Santa.

A través de las sudamericanas, finas y elegantes, como si se hubiesen escapado de una lámina de periódico de modas, sus ojos buscaban con admiración á otras damas peor trajeadas, gordas, con armiños teatrales y joyas antiguas. Al encontrarse estas señoras en el atrio, hablaban con voces fuertes y manoteos expresivos, recortando enérgicamente las palabras.

El azar me ha conducido hoy a un salón del castillo, que yo había visto ya en otra ocasión, tapizado de retratos de familia, y he reconocido todas las augustas imágenes de los antepasados de mi madre, con sus escudos, sus condecoraciones y sus armiños; pero he buscado inútilmente lo que me interesaba más en aquella galería genealógica, la imagen del sabio respetable cuyos vastos y útiles trabajos han fundado mi fortuna y han dotado mi nacimiento con la herencia de un nombre querido a la sociedad.

Sentado el servicio y acabada la danza, se quitó el manto y la ropa que llamaban cota, que era de paño de oro con armiños y perlas, y se la dió á uno de los músicos que allí había que llamaban juglares, y en las diez veces que se sirvió la mesa hizo otro tanto.

Era entonces el rey Buby un verdadero encanto, y cuando en los días de gala le ponían su corona de oro y su real manto bordado, no era el oro de su corona más brillante que el de sus cabellos, ni más suaves los armiños de su manto que la piel de sus mejillas y sus manos. Parecía un muñequito de Sévres, que en vez de colocarlo sobre la chimenea, lo hubieran puesto sentadito en el trono.

Desde que la vio en el mundo, desde que la tuvo en sus brazos, su primer pensamiento fue el que asaltaría a un infeliz menesteroso metido hasta la cintura en una charca infecta, y a quien le cayera de pronto entre las manos el pan de toda su vida, en un tesoro envuelto en armiños: «Señor, ¿en dónde pondré yo esto para que ni se corrompa ni se me mancheEse fue el pensamiento de la marquesa entonces, y ese continuó siendo después a todas horas y todos los días; porque la charca de sus aprensiones no tenía límites, y más se ensanchaba a sus ojos cuanto más andaba por ella y más iba creciendo su hija. ¿Dónde ponerla para que no se la corrompieran o se la mancharan?

El Rey entonces para emprender su expedicion se desnudó de las ropas que llevaba, y se puso entre otros adornos una capa cumplida de color de carmesí forrada en armiños, salió á la sala de los mármoles donde le aguardaban los concurrentes, se sentó en su silla en el palacio de las Jarras, y en medio del sonido de los instrumentos armó á varios caballeros, y cerca de las cuatro montó sobre un caballo blanco, y sus hijos D. Alonso y D. Juan iban vestidos tambien de damasco blanco.

Los surtidores de abajo eran una orquesta que acompañaba al bullicioso banquete; Pepa y Rosa vestidas de colorines, pero con trajes de buen corte ceñido, airosas, limpias como armiños, sinuosas al andar de faldas sonoras, risueñas, rubia la una, morena como mulata la que tenía nombre de flor, servían con gracia, rapidez, buen humor y acierto, enseñando a los hombres dientes de perlas, inclinándose con las fuentes con coquetona humildad, de modo que, según Ripamilán, aquella buena comida presentada así era miel sobre hojuelas.

Viejas trompas se limpian de su herrumbre de siglos, viejas arcas se abren, donde el tiempo juntara en revueltas marañas, con provectos armiños las guedejas doradas de infantiles cabezas; los aceros de guerra, en el ignoto crisol del Amor, hoy se funden para hacer los arados que abrirán las entrañas de la fértil llanura, y al llover el sudor de las frentes hermanas, granarán las espigas de los trigos del Mundo que serán los de Hispania...!

Despues de haber descansado en su aposento en la ALJAFERIA, salió vestido de brocado verde, con ropa rozagante, forrada de armiños. Las mesas, como se ha dicho en el capítulo 5.º, se pusieron en el patio, y en su servicio se emplearon invenciones que no deben pasarse en olvido.