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La corporación municipal se guardará muy bien de faltar á la solemnidad. ¡Dolón, dolén, dolán, dolón, fiu, fiuuiií! ... que los cencerros se oyen más cerca y se perciben con toda claridad los silbidos de los pastores, y hasta se distinguen el color y la armadura de las primeras vacas. Los espectadores suspenden hasta el aliento y clavan en ellas la vista con una fijeza magnética.

No sólo pelea por su alimento, sino porque tiene necesidad de destruir: una vez saciado, y harto hasta reventar, todavía destruye. Aunque carece de armadura defensiva, no por eso es menos inquieto bajo su resoplido amenazador; su seguridad consiste en atacar. Todo ser se convierte para él en enemigo, lanzándole al acaso sus largos brazos, mejor dicho, sus látigos armados de ventosas.

Entré rápidamente sin haber formado una idea definida de lo que iba a decir o hacer, pero formalmente decidido a romper aquella armadura de hielo y ver si debajo de ella vivía aún el corazón de mi antigua amiga. La encontré en su gabinete particular en el cual no había más lujo que de flores, vestida muy sencillamente, bordando sentada cerca de un veladorcito.

Marmitón había dormido toda la noche de una tirada, con lo que habían entrado en equilibrio y en juego las piezas y los engranajes de su armadura de coloso; y de esta suerte funcionaban en él, hasta las pesadumbres, con perfecta regularidad. Yo llegué cuando su hija y su nieta le servían el desayuno, y me habló de «la desgracia del pobre Celso» como si acabara entonces de ocurrir.

Soplaba un viento frío y el cielo empezaba á cubrirse de nubes cuando los soldados de Morel tomaron el pendiente camino del pueblo. Á orillas del Avón los esperaban casi todos los vecinos de Salisbury, que vieron en primer lugar á Reno, vistiendo armadura completa, caballero en negro corcel y llevando majestuosamente el pendón de su famoso capitán.

Leonido desembarca con su compañero; deja su escudo y su armadura cerca de una caverna de la ribera, y sale en busca de guarida. Marfisa, vestida de pieles, sale á su vez de la caverna; ve las armas, y experimenta un sentimiento vago y agradable; pero el viejo encantador Argante la arrastra á la fuerza á la gruta.

Lleva media armadura empavonada con labores de oro, y sobre la coraza banda carmesí, de seda, hecha un airoso lazo, cuyas puntas le flotan a la espalda; gregüescos obscuros, botas y guantes de estezado fino, chambergo de plumas pardas y blancas y golilla de canalones estrechos; todo ello pintado con tal primor que, aunque el artista dudara y corrigiese mucho, por tratarse de obra de tanta dificultad, parece la ejecución lograda con increíble facilidad y soltura.

Por desgracia una gruesa bala de bombarda vino a chocar contra el hierro del ancla que estaba allí cerca suspendida, y saltando de rebote, dio tan tremendo golpe en la armadura de acero de Diego Fernández que se la hizo pedazos, hundiéndole en el pecho algunos de sus punzantes y afilados picos. Diego Fernández perdió la vida en el acto.

El pulpo gigantesco que ahoga al más pequeño crustáceo, peligra dejar sus tentáculos entre las garras del cangrejo, y el pez más glotón titubea antes de engullirse un ser tan espinoso. Desde que crece el crustáceo es el tirano, la pesadilla de los dos elementos. Su inabordable armadura encuéntrase dispuesta para todo ataque.

Después, el incendio aumentó; el fuego, saliendo de las tres escotillas a la vez, se unió y se extendió como una vasta cortina de fuego, sobre la cual la armadura y el cordaje del San Pablo se dibujaban en negro.