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Rafael conocía la música; un lieder de Schubert, el favorito de aquella época; un maestro que «aún tenía lo mejor por descolgar», según decía la artista en el argot aprendido de los grandes músicos, aludiendo a que sólo se habían popularizado las obras más vulgares del melancólico compositor.

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Los hoteles del Sena, las quintas suizas y los palacietes de Recoletos tuvieron un eco que contestaba á los rumores que trajo la moda. Lo que fueron modestas barriadas, hoy se llaman calzadas por el vulgo, pues en el argot del gran mundo se llaman barrios aristocráticos.

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Ellos son los que forman después esos negocios efímeros que en el argot de bastidores se denominan «bolos», y que puede durar ocho días, dos, uno... Para esto sus organizadores buscan una actriz ó actor de cierto prestigio, cuyo nombre presta autoridad al cartel, y el resto de la compañía se improvisa de cualquier modo, utilizando indistintamente artistas de verso y de zarzuela.

Le tentaba los brazos para convencerse de su fuerza; le hacía relatar sus peleas nocturnas, como valeroso campeón de una de las bandas de muchachos licenciosos, llamados patotas en el argot de la capital. Sentía deseos de ir á Buenos Aires para admirar de cerca esta vida alegre. Pero ¡ay! él no tenía diez y seis años como su nieto. Ya había pasado de los ochenta. ¡Ven acá, profeta falso!