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Tenía gran sala baja, capilla, patio con flores, habitaciones con zócalo de azulejos amarillos y verdes; puertas de pino, lustradas y chapeadas; gran número de arcones, muchas obras de talla, cuadros viejos y nuevos, algunas jaulas de pájaros, finísimas esteras, y, sobre todo, una tranquilidad, un reposo y plácido silencio que convidaban a residir largo tiempo en aquella mansión.

Figurábaseme, , desde luego obra de romanos, el llenar y embutir con verdades luminosas las largas columnas de un papel público; pero en cambio era para de la mayor consideración el imaginarme a la cabeza de una sección literaria, recibiendo comunicados atentos y decorosos, viendo diariamente consignadas en indelebles caracteres de imprenta mis propias ideas y las de mis amigos, y sin más trabajo a mi parecer, que el haber de contar y recontar al fin del mes los sonantes doblones que el público desinteresado tiene la bondad de depositar, en cambio de papel, en los arcones periodísticos de una empresa, luz y antorcha de la patria, y órgano de la civilización del país.

Pepet, que se reía de todo, acabó casándose con Marieta, y con esto fueron de la hija de la bruja sus viñas, sus algarrobos, la gran casa de la calle Mayor y las onzas que su madre guardaba en los arcones del estudi. Estaba loco.

Desde que ha venido el invierno murmuró hablando consigo misma no qué tiene ni qué trazas saca... que no me parece la misma.... Hasta las murallas se han vuelto más gordas y la piedra más oscura.... Será una tontería, ¡ya que lo será!, pero no me atrevo a salir de mi habitación, yo que antes revolvía todos los rincones y andaba por todas partes.... Y no tengo remedio sino dar una vuelta por ella.... Necesito ver si hay abajo, en el sótano, arcones para la ropa blanca.... Hágame el favor de venir, Julián, ahora que la niña duerme.... Quiero quitarme de la cabeza estas aprensiones y estas tontunas.

El ajuar de la cocina abundante, rico, ostentoso, despedía rayos desde todas las paredes, sobre el hogar, sobre mesas y arcones; era digno de la despensa; y Pedro, altivo, displicente, ordenaba todo aquello con voz imperiosa; mandaba allí como un tirano.

El concentraba su existencia en una sola habitación. Lubimoff chocó con arcones y armaduras, hizo vacilar dos enormes ánforas japonesas, se enganchó en los numerosos salientes de este profuso decorado de «estudio romántico» que había estado de moda veinticinco años antes.

Difícilmente se podría determinar, sin tener costumbre de andar dentro de tal laberinto, lo que allí había; pero el Majito, que conocía el local como un ratón conoce las entradas y salidas de la casa que habita, subió a eminencias que parecían camas; descendió a negros abismos que parecían arcones abiertos; trepó por las gastadas graderías de un estante viejo; se arrastró por suelos polvorientos; metió su brazo por tortuosas grietas formadas de informes bultos arrimados a la pared.

Aquí los arcones de roble; ahí el gran armario de tres lunas. Cuadros de Fortuny, tapices de los Gobelinos, porcelanas de Sèvres, y de Bernardo Palissy... Muy bien. Bronces, acuarelas...». Mariano le miraba con cierto espanto. Isidora entreveraba de sonrisas su pena profundísima.

Dejando atrás montes y llanos, cortijos y caseríos, viajando hoy en compañía de arrieros, durmiendo mañana sobre los arcones de la paja en las ventas, llegó Lázaro a su destino más cansado de cuerpo que esperanzado de ánimo. Eran las ocho de una mañana luminosa y alegre, cuando se apeaba nuestro héroe en el zaguán de la casa, llamada pomposamente Palacio Episcopal.

Arriba no eran posibles las desavenencias y batallas de los muchachos por falta de disfraces. No tenían mas que hundir sus manos en cualquiera de los arcones que latían con sordo crepitamiento de carcoma, y cuyos hierros, calados como encajes, se desclavaban de la madera.